La familia es la única en el municipio en trabajar la piel para la fabricación del calzado; en su local exhiben con orgullo sus origines en el negocio, que se remontan a antes de 1900
En las últimas décadas del siglo XIX, alrededor de 1890, el bisabuelo de don Wilbert Franco Pardenilla, entonces un niño, aprendió a reparar zapatos con los militares que llegaban de servicio al cuartel de la población.
Ese fue el primer contacto de esta familia con el arte de hacer calzado, y viendo trabajar a su padre, Gonzalo Franco Reyes se interesó por aprender más, y apenas tuvo oportunidad, en 1924, se trasladó a Mérida para trabajar en una fábrica de zapatos, donde aprendió los secretos para de manera manual o con maquinaria hacer hermosas creaciones, que con la misma dedicación y gusto comenzó a fabricar en su establecimiento que desde 1939 se conserva en el mismo lugar, a media cuadra de la plaza principal de Hunucmá, y que es el único lugar que a la fecha sigue trabajando la piel.
En el local de la familia Franco, y en honor al abuelo, hoy se exhibe maquinaria que aún funciona, pero que ya es obsoleta, es decir, que si se utilizara el ritmo de producción sería menor al que se tiene con la maquinaria moderna.
“Si actualmente hacemos por un decir 60 pares semanales, con esa maquinaria haríamos 25 o 30 y a mano 10”, explicó el entrevistado, quien recordó de su niñez la forma en la que con mucho amor su padre, don Wilbert Franco Solis, lo llevaba al igual que a sus hermanitos al taller.
“No lo veíamos como un castigo, mi mamá Mariana Pardenilla nos decía “Hay que ayudar a papá y todos veníamos, hasta mi hermana que hacía el trabajo de limpiar y empacar los zapatos”, explicó don Wilbert, quien en la actualidad y debido a que sus primos y hermanos se dedican a ejercer sus carreras profesionales u otras actividades, sigue llevando con orgullo la bandera de la Zapatería Franco.
Y junto a la maquinaria, se exhiben fotografías antiguas en las que se destaca el amor por el básquetbol y el béisbol que don Gonzalo enseñó a su familia, y cuya descendencia siguió practicando a tan buen nivel que sus equipos participaron en justas, inclusive nacionales, dejando en alto el nombre de su amada Hunucmá.
A la fecha, la familia Franco sigue haciéndolo con sus zapatos, botas, carteras, monederos, cinturones y una amplia variedad de artículos de piel, que la clientela que han cultivado a lo largo de décadas, acude a comprar por tradición y también porque ahí tienen la facilidad de que el calzado se les haga a la medida, algo que mucho valoran los extranjeros que viven en Sisal y otros puntos de la costa que calzan números grandes, y que decir de los yucatecos que tienen el pie ancho o gordito.
“Inclusive, aquí se hacen bajo pedido, zapatos de payaso o de boxeador”, dijo orgullosa doña Neysi Romero Monsreal, la esposa de don Wilbert, quien recordó que hasta zapatos ortopédicos se elaboran a partir de la receta médica o con los zapatos anteriores como muestra.
Texto y fotos: Manuel Pool