Deyanira Trinidad Álvarez Villajuana
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No llores Juanito, eso “no es de hombres”. Y Juanito, años después, un jovencito de 16 años, decide suicidarse en Yucatán, ya que, en vez de sacar sus emociones, las reprimió, no pudiendo más con esa carga social impuesta, y que, además, ni siquiera es bíblica, para quienes profesamos la fe cristiana. Jesús lloró.
Este versículo ubicado en Juan 11:35 nos muestra a un amado Jesús, sensible, empático, que se ponía en el lugar del oprimido, pecador, e incluso los defendía de la turba farisea religiosa enardecida. Jesús amaba a las mujeres y también a los varones, tal cual eran, sin discriminarlos por su pasado, circunstancias personales, características socio-económicas, pues llamó a un Pedro, pescador sin estudios y tremendamente efusivo como persona, y a un Pablo, con diez doctorados, fariseo de cepa pura y un carácter quizá psicopático pues promovía la matanza de cristianos.
Así que, varón que me lees, es hora de empezar a entender en su justa medida que tu condición de varón no te exime de tener emociones, sentimientos, ser sensible, pues, ante todo, eres persona. La masculinidad, se asocia por lo general, con el dominio, control, poder, resumido en el coloquial dicho “aquí mis chicharrones truenan”, y eso es no solo irreal sino profundamente dañino. Si bien, hombres y mujeres tenemos características totalmente diferentes, en estructura cerebral, órganos genitales, morfología, fisiología y construcciones sociales en nuestra mente también, existe una realidad innegable: todos somos personas, y el sistema límbico funciona en ambos casos, así que si tienes experiencias difíciles en tu vida como varón, te aconsejo que no te calles, no te aguantes, no guardes apariencias, atrévete a buscar ayuda y vencer todo estereotipo, pues tu vida vale y mucho.
No son machos y son muchos, es un reconocimiento que nace de mi corazón hacer a todos aquellos varones que se atreven a cocinar, lavar, hacerse cargo de su casa, de sus hijos, a ser sensibles, a reconocer sus faltas públicamente, a dejar el rol de dominio, intercambiándolo por uno de humildad. Enhorabuena, más como ustedes necesitamos en esta sociedad. Varones, que aman, respetan y valoran a la mujer, y que no quieren ser como ella.
No se trata de que una nueva masculinidad o masculinidad positiva, sustituya en actitudes a las que se asocian con la mujer, sino que, conservando su esencia, sean capaces de ir más allá de lo establecido para ser empáticos y adaptarse a las circunstancias. “La construcción de la masculinidad no trata solo de la generación de representaciones y prácticas sino también de una serie de presiones y límites en ciertas manifestaciones de la emotividad sobre todo relativas al miedo, la tristeza y, frecuentemente, hasta la ternura” (De Keijzer, 2013).
Un gran número de varones quieren dejar de ser machistas, pero muchas veces ni siquiera saben que lo son. Existe el micro machismo, y a diario nos golpea en la cara. Sin embargo, la sociedad como conjunto ya está despertando a este hecho, y cada vez es más real en lo cotidiano la consigna: “la violencia no se normaliza”. Para precisar el término, no es una violencia, son múltiples manifestaciones de la misma, siendo la física la visible, pero también existe la psicológica y es muy usual, también en mujeres contra mujeres.
Por ejemplo, decirle a alguien “Las personas hablan pestes de ti, que eres insoportable, nadie te traga”, es un excelente ejemplo de violencia psicológica, pues dicho comentario es evidente que: no busca el bien de la persona que lo recibe, está encaminado a bajarle la autoestima y producirle inseguridad social, es falso de entrada pues nadie puede ser totalmente insoportable siempre y de forma general por todos (habría que definir en qué circunstancias y quiénes en específico). Por comentarios desafortunados como éstos, mucha gente que, por desconocimiento, los compra, se deprime, empieza en el mundo de las drogas o se suicida. Falta más amor por las personas y menos juicio.
Si alguien “habla mal o no tolera a otra persona”, quien está mal es ese alguien, no el objeto de crítica. Es muy fácil de entender, pero difícil de aplicar para algunos seres sin empatía básica, que en psicología conocemos como psicópatas, sociópatas o narcisistas perversos encubiertos, según sea el caso. No les puedes decir algo diferente a lo que piensan, pues da inicio el famosísimo ataque “ad hominem” o personal.
No tienen argumentos inteligentes, luego entonces, su estrategia predecible es la desacreditación de la persona que los venció en algún área, y si es por “detrás” mucho mejor.
Pero ese es otro tema, que próximamente abordaré. Tú, elige ser diferente, dedícate a lo siguiente nada más y verás como todo en tu vida se transforma y terminará obrando para tu bien.