No puede uno menos de sorprenderse, ante tanto pronóstico apocalíptico de nuestros sedicentes expertos en el análisis político y particularmente, en el conocimiento del sistema políticoelectoral de Estados Unidos. Las cosas, si uno cayere en el garlito de aceptar acríticamente las profecías de éste o aquel conocedor del futuro que nos espera a partir de enero del año 2017 —una vez que Trump fuere ungido Presidente de Estados Unidos—, podrían verse más catastróficas que la llegada de Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis o el mismo Día del Juicio. Ahora resulta, que de resultar elegido aquél, el mundo conocería una Gran Depresión peor que la del año 1929 y, por si esto no bastare, la desintegración total del sistema de comercio internacional estaría a la vista. Al leer tantas exageraciones ca
rentes, prácticamente, de todo sustento, no puedo menos de preguntarme, si esas afirmaciones tienen realmente la intención de llamar la atención de algo que sus limitados conocimientos le llevan a plantear o, como no pocos advierten ya, tienen un fin ulterior. Éste no sería otro que desviarnos de lo fundamental, tal y como señale aquí en Excélsior en la sección Global, este viernes 6 de mayo. De tener interés, aquí puede leer dicha colaboración: http://www.excelsior.com.mx/opinion/angel-verdugo/2016/05/06/1090936. ¿De qué se trata entonces? ¿De asustar con el petate del muerto, y lograr que, en vez de poner la atención en México, en sus políticos y en los candidatos —algunos impresentables—, que participan en los procesos electorales que se llevan a cabo en
trece entidades federativas? Una de las ventajas de los avances en las comunicaciones, es permitirnos tener acceso —prácticamente en tiempo real—, a todo lo que sucede en el mundo, tanto en la parte económica como en la política. Hoy, los interesados en la situación geopolítica mundial, pueden conocer la situación que se vive en éste o en aquel país, o en ésta o aquella región del mundo en forma tal, que son los primeros en saber que no hay gobernante alguno que podría, sin contar con el consenso de los demás países, imponer una solución que favoreciere, única y exclusivamente a su país. Ese mundo, ya no está entre nosotros; en consecuencia, ¿quién podría en los tiempos que corren, afirmar que Donald Trump, ya como Presidente, podrá hacer y deshacer? ¿Quién, con dos dedos de frente, pue
de afirmar que aquél tendrá poder para, no únicamente atropellar las instituciones de su país, sino las organizaciones multilaterales que juegan un papel central en el mantenimiento de la estabilidad mundial? ¿Quién y por qué, haría afirmaciones tan peregrinas? ¿El ignorante de la realidad mundial, o el que busca desviar nuestra atención de lo fundamental, que es el daño que hoy causan nuestros políticos, tanto a la economía y su crecimiento como al país entero? Tengamos cuidado pues, con las afirmaciones apocalípticas que, intencionalmente o no, buscan que prestemos atención a las amenazas que analizadas con objetividad, no pasan de ser simples tonterías, u ocurrencias para llamar la atención de quienes, ignorantes, quieren aparecer y parecer, como informados y expertos.
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