Manglares y carbono azul, claves para hacer frente al cambio climático

El investigador del Cinvestav Unidad Mérida, Jorge Herrera Silveira, participó ayer en el seminario virtual “Restauración de Manglares y Carbono Azul”, marco en el que recomendó no comprar casas cerca de la costa, pues advirtió de riesgo de inundación por elevación del acuífero, que en Yucatán es subterráneo.

“Mi recomendación es no comprar a menos de 20 o 30 kilómetros de la costa”, recalcó al concluir su ponencia en la que habló de la importancia de la restauración de manglares como un frente contra el cambio climático, ya que favorece la resiliencia.

Hay que tener en cuenta que la cobertura vegetal de los eco- sistemas costeros de manglar, pastos marinos y marismas disipa la energía de las olas, controla la erosión y amortigua los impactos del aumento en el nivel del mar, por lo que conservar estos ecosistemas costeros es una medida de adaptación al cambio climático basada en ecosistemas (aBe).

Subrayó que en la actualidad hay recursos económicos, pero no capacidades para cumplir con los compromisos internacionales para la restauración de bosques de manglares degradados y deforestados, y por ello recalcó la importancia de realizar acciones de monitoreo para garantizar que se cumplan los objetivos propuestos en este renglón.

Explicó que al igual que los pastos marinos y el marisma, los manglares capturan carbono, en este caso llamado ‘azul”, a una tasa anual de dos a cuatro veces mayor en comparación a la de los bosques tropicales maduros, y alma- cenan entre tres y cinco veces más carbono por área.

Asimismo, representan más de 50% del total de carbono contenido en sedimentos oceá- nicos, y en un año secuestran una cantidad de carbono equivalente a casi la mitad de las emisiones generadas por el transporte a escala mundial.

En este sentido, es importante tener en cuenta que la Península de Yucatán es un im- portante reservorio de carbono azul, más del 60 por ciento se encuentra almacenado en sus manglares y mitiga el equiva- lente a las emisiones de dióxi- do de carbono generadas por más de 50 millones de personas.

“Por ello, los ecosistemas de carbono azul son un área de oportunidad, y se debe garantizar el interés de participar de los sectores sociedad, gobierno e iniciativa privada”, concluyó.

Texto y foto: Manuel Pool