Armando Escalante
Periodista y analista político
Está más que probado que el sentido común es el menos común de los sentidos. La sentencia aplica en especial para todos aquellos casos en los que la lógica y la razón se apartan de la acción.
No se necesita ser muy estudioso de ninguna ciencia ni experto posgraduado en la atención urbana para darse cuenta que una alfombra de pasto sintético en una unidad deportiva alrededor de unos juegos infantiles, puede no ser una buena idea, sobre todo si junto a este lienzo verde hay unos árboles que dejan caer su pochote en la primavera. El resultado es que la alfombra verde siempre lucirá sucia y estará llena de la pelusa del pochote de la ocasión, además de las hojas de los árboles de la zona. ¿A quién se le ocurre?.
Tampoco es algo sensato dejar enormes, anchos carriles para un bus eléctrico que pasa pocas veces al día y que por lo mismo, rara vez se cruza con otro igual en sentido opuesto. Lo insensato es dejarle a esos transportes un ancho, enorme y doble carril por la vía de sacrificar el paso de los demás vehículos que esos si, son miles al día. Estrechar las vialidades donde si pasan automóviles y camiones y ensanchar los espacios de un bus eléctrico que casi no se le ve, es realmente un disparate.
Y peor es quitarle un carril por completo a la ciudad y a sus habitantes como pasó en la calle 39 por la colonia Mayapán donde quién sabe a quién se le ocurrió dejarle enorme espacio al ietram que pasa rara vez, e impedirle la circulación a los ciudadanos que por miles se desplazan de unas 10 colonias atrapadas en la zona. Pudieron haber dejado cada cierta distancia, espacio para permitir el cruce de dos buses, si es que se toparan en esa zona donde estrangularon y cortaron la vialidad.
Ayer en la presentación de la Agenda 2050 llamó mi atención el cúmulo de temas que otra vez se van a impulsar, e incluso firmaron un acuerdo los candidatos a gobernador y a la alcaldía de Mérida, que incluye trabajos de “reingeniería vial e infraestructura de movilidad y una estrategia coordinada de seguridad…”, que buena falta le hace a nuestra ciudad sobre todo para devolvernos a miles de meridanos el derecho a la circulación vial, libre de remiendos, parches, equivocaciones y decisiones unilaterales.
Con el cambio de gobierno y con el anuncio de la Agenda 2050, renace la esperanza de que tantos yerros cometidos por un instituto y su ahora ente superior denominado “Agencia de Transporte” —donde se impuso una sola voluntad y un sólo criterio— se revisen y se corrijan las arbitrarias medidas adoptadas, o de plano se eliminen tantos errores elementales. Garrafales, suena mejor.
El xix.— No hay enemigo pequeño dicen por ahí, y si en el partido del peor presidente que hayamos tenido en la historia, quieren sacar de un sombrero de mago a personajes mal vistos, de mala reputación, para intentar sembrarlos otra vez, no habrá más remedio que articular la salida de los esqueletos que dejaron en el clóset tras su desastroso paso por la administración pública hace apenas un par de sexenios.