El arzobispo de Yucatán, monseñor Gustavo Rodríguez Vega, consideró que en la situación actual sobre el conflicto de los libros gratuitos, los padres de familia y los ciudadanos en general no tienen por qué aceptar la distribución y uso de esos textos, pues, aseguró, se juega un valor superior que es el derecho-deber de los padres de juzgar si la educación que se ofrece a sus hijos está acorde con sus valores humanos y cristianos, al igual que si los textos ofrecen los contenidos científicamente objetivos y convenientes, al margen de cualquier ideología.
Explicó que cuando estén seguros de todo esto, entonces los textos serán aprobados y distribuidos. Los obispos de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) han enviado un nuevo mensaje con relación a los libros de texto cuyo título es: “Educar es tarea de todos y es un acto de amor, verdad y esperanza”.
Dijo que ante esta situación como en todas las áreas y asuntos de gobierno, hay que orar por las autoridades, pues es nuestro deber de cristianos. “Oremos como nos enseñaban los Apóstoles y san Pablo desde el origen de la Iglesia diciendo: Ante todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida pacífica y serena, del todo religiosa y digna. Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador” (1Tim. 2, 1-3).
Explicó que toda autoridad viene de Dios, así lo afirma san Pablo en su Carta a los Romanos diciendo: “Que todos se sometan a las autoridades constituidas, porque no hay autoridad que no provenga de Dios” (Rom 31, 1). Claro que san Pablo y todos los Apóstoles aprendieron esta enseñanza del mismo Cristo, que le dijo a Pilatos: “No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no se te hubiera dado de lo alto” (Jn 19, 11).
Agregó que, en realidad, Jesús y todos nosotros, al obedecer a las autoridades, obedecemos a la autoridad del Padre. “Qué distinto es obedecer por la fuerza, a obedecer por convicción desde la fe”.
Refirió que mientras la autoridad no nos mande algo contrario a nuestra fe, a los mandamientos o a nuestros valores humanos y cristianos, siempre hemos de someternos a sus disposiciones. “Cuando las autoridades judías les prohibían a los Apóstoles predicar en nombre de Cristo, ellos respondieron con valor: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5, 29; cfr. Hch 4, 19-20).
Explicó que San Óscar Arnulfo Romero, que fue arzobispo de San Salvador, se dirigió a los soldados en su última predicación, recordándoles este principio de que sobre la autoridad de sus superiores está la de Dios.
Texto y foto: Darwin Ail