Cabildo aprueba pagar deuda del Agua Potable

La mayoría de los regidores que componen el cabildo vallisoletano aprobaron la cuenta pública de diciembre, y pagar la deuda del Sapamv con el Isstey, para así mejorar las condiciones de trabajo de los colaboradores del Ayuntamiento.

Después de varios paros laborales, marchas simbólicas y el descontento de cientos de trabajadores, se logró resolver un problema añejo y que, a partir de este mes, el Ayuntamiento de Valladolid 2018 – 2021 reactivará las prestaciones a los colaboradores del Sapamv al comenzar a pagar la deuda de $7,859,022.16 pesos, que desde julio del 2009 y por falta de pagos de administraciones anteriores se tenía acumulada con el Isstey.

Ocupado por trabajar en pro de un Valladolid con mejores finanzas, durante la sesión ordinaria de cabildo el presidente municipal Enrique Ayora propuso pagar la gran deuda millonaria que se tiene entre el Sistema de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Valladolid, y el Instituto de Seguridad Social de los Trabajadores del Estado de Yucatán, derivado de la falta de pago de aportaciones y demás obligaciones que señala la Ley de Seguridad Social para los Servidores Públicos del Estado de Yucatán.

Dicho pago devolverá a los colaboradores todos los servicios que se perdieron con la deuda, de tal modo que ahora recuperarán el servicio médico, jubilaciones, préstamos, seguro social y facilidades de crédito, beneficiando a los colaboradores y a sus familias.

Para el pago de la deuda, se aprobó otorgar un subsidio de 141 pagos mensuales por $55,738 pesos, los cuales culminarán en 2030 y permitirán congelar los intereses durante este periodo.

Cabe mencionar que la firma de este convenio fue aprobada por mayoría de votos, ya que la regidora Geidy Che Dzib decidió votar en contra. La panista no dio detalles de peso que la hicieran votar en contra, simplemente se limitó a decir que no confiaba en el fundamento legal del convenio de pago, a pesar de ser el mismo departamento jurídico del Isstey el encargado de redactarlo.

Texto y foto: Edmundo Hernández

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