Cada vez hay menos árboles frutales

La investigadora del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), Verónica Franco Toriz, destacó la necesidad de fomentar la siembra de árboles frutales en los patios y en cualquier espacio disponible, ya que existen algunas especies endémicas que cada vez son más difíciles de encontrar y otras como el ciricote, que está en peligro de desaparecer.

“En la actualidad es costumbre comprar los frutos en la tienda o en el mercado, pero si no hay dinero, ¿qué hacer entonces?”, comentó la entrevistada, quien refiere que por el tema de la buena nutrición y la propia seguridad alimentaria, se debe promover la siembra de árboles frutales en casa.

Explicó que el crecimiento acelerado y desordenado de las ciudades y las poblaciones, ha traído como consecuencia la pérdida de vegetación y la deforestación de superficies que contaban con ecosistemas naturales, lo que incluye a laos árboles frutales.

Especies propias o nativas de la región como el ciricote, el pepino cat, el canisté, el nance blanco, el zapote negro o tauch, variedades silvestres de papaya y algunas otras que llegaron del Sureste asiático como la china lima o la cajera, cada vez son más difíciles de encontrar hasta en los solares de las casas del interior del estado.

Al respecto, la también responsable del Programa de Educación Ambiental del Jardín Botánico “Roger Orellana” del CICY consideró que también contribuye a esa situación el hecho de que a partir del desmantelamiento del ejido, los jefes de familia migraron a trabajar como albañiles hacia la capital del estado, a la Riviera Maya o Cancún o inclusive como braceros a los Estados Unidos.

“Entonces, sus esposas que hace 35 o 40 años se encargaban del cuidado del solar y de los hijos, se vieron en la necesidad de convertirse en proveedoras, y se fueron también a trabajar como empleadas domésticas,en el comercio y, más recientemente, a las maquiladoras con lo que descuidaron el cuidado de las plantas y frutales de la casa”, explicó.

Además, no hay grandes superficies en las que se cultiven esas especies, como ocurre con los cítricos en el Sur del estado, lo que ha dado como resultado que se vayan perdiendo, lo que es una verdadera lástima especialmente en el caso del ciricote, que es la única especie frutal nativa que está considerada como amenazada o en riesgo.

Curiosamente, explicó la entrevistada, que el ciricote está en riesgo, pero no por el consumo del fruto, que se consume como dulce en conserva y se ofrece como postre en los restaurantes de comida yucateca, sino por su madera que es considerada como fina y que es muy apreciada.

“Además crece rápido, su corteza es medicinal para la tos y bronquios, y su hoja rasposa servía para lavar los platos como hoy lo hacen las fibras verdes, por lo que sería muy factible poner en marcha algún proyecto productivo familiar sea en parcelas o solares, donde se aproveche de manera integral hasta que el fuste o grosor del árbol permita que se venda como madera preciosa”, dijo.

Otro de los árboles que a pesar de no ser comestible está desaprovechado es la ceiba, que produce un fruto que contiene una fibra conocida como “pochote”, que además de que se usa para rellenar almohadas y los salvavidas de los barcos, también tiene alta demanda como un material aislante ligero para recubrir las cabinas de los aviones.

“En inglés se le conoce como ‘Kapoc’ y resulta que Tailandia es el primer productor mundial de esta fibra que nosotros vemos pasar volando en forma de ‘gatitos’”, dijo la investigadora, quien lamentó que en los patios de las casas se queden colgando frutos como la naranja agria o incluso naranjas dulces que terminan podridas, ya que las familias prefieren ir a la tiendita por su refresco embotellado en lugar de prepararse un refrescante jugo natural.

Franco Toriz dijo que en escuelas que tienen grandes superficies de terreno que se mantienen ociosos se podrían cultivar árboles frutales y con la venta de lo que se coseche se podría pagar desde los gastos de graduación o de alguna excursión.

–Además de que los alumnos se motivarían para sembrar en casa y aprender a hacer injertos y otros secretos de la tierra –consideró la especialista, quien sugirió inclusive colocar en los parques y avenidas árboles frutales que también son ornamentales, como el caso de la naranja que cuando florece tiene un aroma muy especial.

La investigadora Franco Toriz recordó que hay especies importantes que desde la época de los mayas tenían gran valor como plantas comestibles y productoras de frutos, por lo que fueron llevadas a sus huertos o solares.

“Es difícil que algunas especies frutales desaparezcan por completo, por ello, la norma 059 NOM de la Semarnat considera como especies amenazadas o en riesgo plantas maderables, ornamentales, palmeras y cactáceas, pero no frutales nativos, porque se considera que debe haber un estudio poblacional para determinar que su población disminuya en ambientes naturales y en este caso se considera que se conservan al ser cultivadas en los huertos o solares”, añadió.

Tal es el caso del pepino cat, que ya es difícil de encontrar en los solares pero que existe aún de manera silvestre en montes de más de 80 años de antigüedad.

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