Casa particular borra mural que identificaba a la Ermita

Pese a que vecinos de la Ermita llegaron a considerar lo como su patrimonio, un mural fue borrado por estar en una propiedad privada, que está a la venta por 269 mil dólares, poco más de cinco millones de pesos. La obra estaba ubicada en la calle 77 entre 66 y 68 de dicha zona. 

Hace dos años, el programa Anda Mérida, del Ayuntamiento, en colaboración con la Agencia Alemán GIZ, el Colectivo Tomate, vecinos del rumbo de la Ermita, el ex Rastro y propietarios de casas, se pintaron cinco murales que daban identidad al rumbo y a gran tramo de calles.

Trascendió que la inmobiliaria le sugirió a la propietaria que lo quitara porque esto afeaba la propiedad y podría espantar a los probables compradores.

Como se sabe, en algunos barrios, colonias y fraccionamientos antiguos, los hijos de los dueños optaron por irse a vivir a fraccionamientos y vendieron estas propiedades, además que son muy caras por las remodelaciones que se les hace.

También son ideales para hacer negocios, entre éstos los hostales, lo que propicia que cada vez sean menos las familias que vivan en los barrios. En los rumbos de Santiago, Chembech y Santa Ana es común ver, por lo menos, en una calle una propiedad que está en venta.

Al respecto, el auditor en Seguridad Vial por el Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes (Cenapra), René Flores Ayora, quien es vecino del rumbo, declaró que esto es un atentado cultural y teme que tengan la misma suerte el resto de murales que quedan en el corredor. 

Son contados los casos como Luis Rocha Alcocer, quien en dos ocasiones ha cambiado de rumbo, pero siempre ha optado por los barrios en lugar de los fraccionamientos.

“He vivido por el Chembech y ahora por el rumbo de la iglesia de Lourdes y no dejo estos lugares, la mayoría se van a fraccionamientos. Para ir al centro llego a pie, para llegar al centro desde un fraccionamiento es más de media hora en vehículo, ya me acostumbré”, indicó.

El barrio de la Ermita resalta porque en ese lugar se creó el panucho, un antojito símbolo en la gastronomía yucateca. Se suele comer los sábados o desayunar en cualquier día de la semana. 

Texto y foto: Darwin Ail