Una técnica nueva y poderosa para generar organismos genéticamente modificados "supercargados", que pueden extenderse con rapidez en la naturaleza, ha causado alarma entre científicos que temen que se le pueda dar mal uso, en forma accidental o deliberada, y causar un desastre de salud o ambiental.
El desarrollo de la llamada tecnología de "conducción de genes" promete revolucionar la medicina y la agricultura porque en teoría puede detener la propagación de enfermedades transmitidas por mosquitos, como la malaria y la fiebre amarilla, así como eliminar plagas de cultivos y especies invasivas como ratas y sapos de caña.
Sin embargo, los científicos que están en la vanguardia de este avance creen que esta tecnología, en manos criminales, podría plantear una seria amenaza al ambiente y a la salud humana si de manera accidental o intencional es liberada de un laboratorio sin salvaguardas adecuadas. Algunos creen que incluso podría usarse como arma bioterrorista dirigida contra pobladores o ganado porque los conductores de genes –los cuales permiten que los genes modificados genéticamente se expandan con rapidez, como una infección viral en una población– serán a la larga fáciles y baratos de generar.
"Así como los conductores de genes pueden volver inhóspitos a los mosquitos para albergar y propagar el parásito de la malaria, también se les podría diseñar para llevar una carga que deposite toxinas bacterianas letales en humanos", advirtió David Gurwitz, genetista de la Universidad de Tel Aviv, en Israel.
Demandan salvaguardas
Un grupo de genetistas ha demandado aplicar salvaguardas internacionales a investigadores que deseen desarrollar conductores de genes, adoptando estrictas medidas de seguridad en laboratorios para evitar el escape accidental de transgénicos "supercargados", capaces de extenderse con rapidez y sin control.
La semana pasada, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos emprendió una revisión de amplio espectro de la tecnología de conductores de genes en "organismos no humanos", y en el número más reciente de la revista Science un grupo de 27 destacados genetistas llamó a la comunidad científica a ser abierta y transparente tanto sobre los riesgos como sobre los beneficios de esta técnica.
"Tienen un tremendo potencial para atender problemas globales de salud, agrícolas y de conservación, pero su capacidad de alterar poblaciones silvestres fuera del laboratorio exige precaución", puntualizaron.
Los investigadores han trazado un conjunto mínimo de reglas de seguridad para la protección contra escapes de laboratorio y han convocado a un debate público sobre los beneficios potenciales y los riesgos de una tecnología que permite a los genetistas acelerar la transmisión hereditaria de rasgos genéticamente modificados en una población animal en el curso de unas cuantas generaciones.
Los investigadores han comparado la tecnología de conducción de genes a una reacción nuclear en cadena porque permite que los genes modificados se amplifiquen dentro de una población de insectos u otros animales sin mayor intervención una vez que el nuevo rasgo se ha introducido. Así ocurre incluso si el rasgo no es benéfico para el organismo.
Experimentos de laboratorio en moscas de la fruta han mostrado que un gen modificado introducido en una mosca individual puede en unas cuantas generaciones "infectar" prácticamente a todas las otras moscas de la población, en desafío de las reglas normales de la genética, que dictan una diseminación más lenta.
Kevin Esfeldt, experto en dirección genética del Instituto Wiss de la Escuela de Medicina de Harvard, en Boston, señaló que la tecnología se desarrolló en teoría hace unos 10 años, pero sólo en los dos años pasados fue posible en el laboratorio, con el descubrimiento del mecanismo de edición de genes llamado Crispr-Cas9.
El doctor Esfeldt explicó que los directores de genes se basan en un "caset" de elementos genéticos que permiten que un gen modificado salte de un cromosoma a otro dentro del mismo individuo, de modo que con el tiempo todo el esperma o los óvulos del animal llevan el rasgo modificado, y no la mitad. Esto significa que virtualmente ninguno de los descendientes está libre del rasgo modificado introducido. Los directores de genes benefician la salud humana alterando las poblaciones de insectos que diseminan enfermedades, como los mosquitos transmisores de la malaria, el dengue, el chikungunya y la enfermedad de Lyme, de modo que dejan de representar amenazas.
Llaman a la prudencia
También se pueden emplear para revertir las mutaciones que dan a las plagas de cultivos resistencia a los pesticidas agrícolas, o para extender rasgos genéticos dentro de una población de especies invasivas para ayudar a exterminarla, como hacer que la piel de las ranas de caña introducidas en Australia deje de ser tóxica para los depredadores nativos.
"Si tenemos razón en esto, es un avance poderoso que puede hacer del mundo un lugar mucho mejor, pero sólo si lo usamos con prudencia", comentó el doctor Esfeldt.
Sin embargo, algunos científicos temen que la facilidad con que se pueden producir directores de genes los hará blanco de cualquier grupo o individuo maligno con acceso a equipo moderno de laboratorio.
El doctor Gurwitz advirtió que las instrucciones precisas para construir directores de genes deben clasificarse, como se hace con la tecnología para fabricar armas nucleares. Sin embargo, el doctor Esfeldt y los otros 26 científicos que escribieron en Science disienten de ello, pues aducen que la apertura y transparencia completas son la mejor defensa contra el uso de los dierctores de genes como arma biológica, pues clasificar esta información sería técnicamente ineficaz y políticamente contraproducente.
"Hablamos mucho con expertos en bioseguridad y señalaron que no clasifican la información porque eso aseguraría que se usaran como arma", observó Esfeldt.- (The Independent)