Columna | Personajes de película

Por: Jhonny Eyder Euán

Ella contempla desde el sillón la escena en la que sentimos que no somos nada. Es el momento en el que toma su cámara y filma, porque se conmueve y el drama es algo que le encanta.

Todo lo observa tierno por instantes y con recato cuando nos ahogamos en lágrimas. Ella nunca deja de captar lo que ocurre con nosotros. Hay días que nos ve caminar por los calles y detiene su marcha. Toma asiento y, con su mente relajada, nos traza senderos en su cuaderno.

En ocasiones nos observa siendo muy felices. Pero ni en esos episodios dejamos de ser cosa irrelevante para ella. Somos un montón de lo mismo, unos ordinarios personajes de su película.

Cuando triunfamos, sólo levanta el pulgar mientas sigue comiendo su helado o espera que le sirvan un cold brew. Cuando sufrimos accidentes pasa de largo por los hospitales porque odia sentarse por horas, dice que se siente morir cuando tiene que esperar.

Ella anda por todos lados. Siempre se le ve con libreta, cámara o boletos para todo tipo de eventos o segundas oportunidades. Es una caminante capaz de escapar del sol, la lluvia, y en especial de nosotros. Para ella somos rayitas de lápiz en una hoja en blanco, y cuando quiere nos redacta los diálogos a pronunciar.

Si anda con humor habla de tipos buenos que se encuentran la llave del éxito, una puerta a la maldad o la pastilla de la perdición. Igual suele hablar de mujeres brillantes que tienen que enfrentarse a diario contra su propia sociedad. Un día puede describir ciudades llenas de paz, y otras tardes, las balas y la sangre manchan sus garabatos.

A veces es bondadosa, pero no hay que olvidar que somos una piltrafa de su cabeza. Es capaz de manipular nuestras acciones con tan sólo acordarse de que respiramos. Lo peor es que no le importamos, somos bichos que rondan por sus pensamientos y no la dejamos dormir ni leer.

Es bipolar, descabellada, cruel. Sé que le valemos gorro, pero jamás deja de vernos a través del lente de su cámara. Dicen que puede ser perfecta, suave y hasta memorable. Pero no sé, soy testigo de que cuando se derrama la tinta de su pluma todos corremos el riesgo de perdernos para siempre.

También dicen que es eterna, que suele dibujar horrible y que nunca se disculpa.

No hay más qué decir, así es ella y no tiene manera de cambiar. Estamos a su merced. Seremos por siempre los que rezan porque la vida nunca deje de filmar.

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