Columna | Usted me ha fallado

Por: Jhonny Eyder Euán

Había cámaras para captarlo todo, también rostros inestables, aún con vestigios de un sueño que no pudo terminar porque lo alcanzó el amanecer. Todo era esperar y murmullo hasta que apareció el señor presidente.

Le preguntaron sobre el tren, la gasolina, las becas. Con un tono lento, él siempre respondió, divagó y a todos cansó. Hizo mucho énfasis en lo hecho en el pasado, evadió algunas preguntas y de vez en cuando se echó unas risas por ocurrencias que llamó soluciones.

Era una mañana en la que no madrugó Jorge R, Denise D ni ningún otro periodista famoso. Varios reporteros grabaron y batallaron para que sus ojos no se les cerrasen como puertas de escuela primaria a las ocho de la mañana. Otros apuntaron en sus cuadernos y esperaron su turno para preguntar. De sus voces salieron dudas, pero también se encarcelaron deseos de fuga.

El señor presidente estaba en un momento en que recibía las preguntas como caramelos. Lo tenía todo bajo control hasta que se le ocurrió cederle la palabra a un incendiario.

—Sólo vengo a decirle que usted me ha fallado. Tanto que quiso llegar al poder para nada. No sirvió de nada porque afuera sigue siendo la misma porquería. Muchos ganamos una miseria con trabajos pésimos mientras nuestras familias sufren las consecuencias. Nuestros hijos ni siquiera puedan tener una educación decente o acceder a ella. Mi esposa está muerta porque un día que salió a comprar refrescos para nuestra cena de Navidad se topó con unos malnacidos que abusaron de ella, la secuestraron, torturaron y su cuerpo apareció más de medio mes después en un baldío. ¡Vaya Navidad ¿no? Qué fácil es despertarse todos los malditos días a las cuatro o cinco de la mañana para decir puras estupideces que luego todos los aquí presentes van a repetir en todos lados. Saldrán sus vídeos en la tele y lo que diga se leerá mañana en el periódico. Qué fácil ser el centro de atención de un país cuando no es usted el que sufre, el que llora y el que tiene que partirse en dos para sobrevivir. Dice que no gasta nada, que la austeridad y no sé qué tanta mierda más, pero es una falacia. Jamás sabrá lo que es tener miedo a morir a cada instante. ¿Me ve? No tengo un brazo. Lo perdí durante una balacera en la que mi único pecado fue salir de mi casa. Usted me ha fallado. Sé que eso le importa poco, pero tenía que decírselo. Quédese con sus absurdas ideas de paz y bienestar. Siga haciendo de su gobierno un circo, ¡improvise!, eso es lo mejor que sabe hacer.

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