Rocío no comprendía nada! A sus nueve años montaba muy bien a caballo. Tocaba la guitarra y disfrutaba mucho jugando con las amigas. También yendo al campo y a los toros con papá y mamá, pintando, y leyendo libros de aventuras, leía muchísimo! Se trataba de una pequeña muy alegre y sociable, encajaba bien en cualquier lugar…
Aquel fin de semana navideño toda la familia se desplazó a un pueblo en la montaña. Rocío era la pequeña de los primos, y aunque los adoraba, ellos echaban más tiempo con la música pop, las motos… Cosas de mayores! Se fue sola a dar un paseo por la plaza y se encontró con críos de su edad jugando al fútbol. Era futbolera! Pidió jugar también…
El partido no le gustó demasiado, hicieron trampas! Después se sentaron en los columpios y se pusieron a platicar. Uno de los niños, Eduardo, le contó a Rocío que su tío tenía un millón y medio de caballos. Nuria le dijo que ella era la princesa de aquel pueblo, la más hermosa y la que mejores notas sacaba, aunque hablaba con incorrecciones…
Rocío estaba atónita!
Todos eran así! Mentirosos y presuntuosos! Se lo contó a papá. Y él le dio un consejo. Y ella siguió el consejo. Les explicó a aquellos niños que vivían muy feliz en su casa, que mamá era muy dulce, papá le contaba cuentos, que jugaba mucho con los primos, que apenas discutían, que dormía contenta tras rezar sus oraciones, que tenía muy buenas amigas…
Y los pequeños la acusaron de mentir! Le dijeron que estaba contando mentiras! Rocío comprobó que papá tenía razón. Aquellos críos presumían de todo porque no tenían nada! Qué tristeza!
Dedicado a los niños
Dedicado a mis amigas y amigos
Dedicado a mi abuela, hoy hace años de su boda
Dedicado a Luisito, hoy y siempre