Cuando estemos muertos, sólo regresaremos por el pib

Origen, evolución y futuro del mucbilpollo (primera parte)

Por: Alejandro Fitzmaurice 

Todo… menos empanadas de carne

Al llegar a Isla Mujeres, los españoles encabezados por Hernán Cortés habrían almorzado un alimento muy semejante al mucbilpollo o, al menos, eso intuye Jorge Álvarez Rendón, cronista de la ciudad de Mérida, al cuestionarlo sobre el origen de este indispensable manjar en tiempos de finados.

“El pib o mucbilpollo era un alimento muy común entre los mayas. Eso está perfectamente documentado por los cronistas […] les ofrecieron ―dice Bernal Díaz del Castillo― empanadas de carne. Así le llama, porque, en España, se hacen esas empanadas dulces a las cuales debajo le ponen pescado o cordero, pero aquí lo hacían con jabalí o con pavo de monte […] esas ‘empanadas de carne’ eran los pibes”, aseguró Álvarez Rendón, quien realiza actualmente un análisis histórico del también soldado Bernal Díaz de Castillo, a punto de cumplirse 500 años de aquel desembarco que concluiría con la caída de Tenochtitlan.

Combinación de las palabras mayas muuk (entierro) y bil (torcer, revolver o sobre piedra, de acuerdo con otra versión), el mucbilpollo tiene, sin duda, orígenes prehispánicos, aunque su preparación distaba mucho de la actual, ya que muchos de los ingredientes que lo caracterizan fueron traídos por los europeos, explicó el arqueólogo Eduardo Puga Salazar.

“Utilizaban una base de pura masa y pepita de calabaza llamada tuti wah. Ese tipo de alimentos se ponían en las ofrendas agrícolas como el cha chaac en agradecimiento por la lluvia y el ciclo agrícola […] llegan los españoles y se introduce el cerdo, se introduce el k’ ol también, se empieza a preparar con carne y se vuelve un platillo típico en ceremonias mayas o indígenas del siglo XVI. Por eso se incorpora al altar del Janal Pixán o el Día de Muertos”, agregó.

Puga Salazar aclaró que el término pib, tan utilizado para referirnos al mucbilpollo, proviene de la técnica mediante la cual se hornea el tradicional platillo yucateco: debajo de la tierra y entre piedras ardientes.

Con una narración emotiva como pocas, Jorge Enrique Várguez Eb, autor del libro “Ofrendas del Janal Pixán”, confirma el especial proceso para preparar dicho horno en compañía de su abuelo, don Daniel Eb Pool. No se escarba un hueco cualquiera.

“Tenía trece años cuando me dijo: <<Limpia donde siempre se entierran los pibes, porque mañana es Janal Pixán; te aconsejo que te acuestes temprano porque quiero que me ayudes a preparar el hoyo que va a servir […] El primero de noviembre mi abuelo me despertó en la madrugada, preparó café, sacó del lek las tortillas y las puso a calentar en el comal […] apareciendo los primeros rayos del sol, me dijo: <<Lleva pico y pala porque llevaré un tercio de leña sobre los hombros […]”, recuerda Várguez Eb.

Además de indicarle los materiales, don Daniel instruye a su nieto con precisión en la forma del hueco, al igual que el minucioso método para colocar desde las piedras hasta las hojas que cubrirán el mucbilpollo, revelando, por supuesto, el especial cariño y cuidado que se le brinda al alimento principal del día de muertos yucateco.

“ […] tienes que dejar limpio el hoyo que tiene forma de rectángulo; el ancho y largo depende de los mucbilpollos que van a preparar. Estando limpio el hoyo vas a colocar los troncos horizontales […] deberás escorar la leña verticalmente […] deberás colocar debajo de la leña una vela con cartón, sobre la leña se pondrán las piedras formando un pequeño cerrito […] también tendrás que cortar ramas de roble o pich para que tenga olor los pibes”, explica el abuelo Daniel.

Más allá de este proceso, don Jorge agrega también las advertencias que deben tomarse una vez que el pib comienza a cocer el mucbilpollo: no deben estar presentes mujeres embarazadas ni hombres con manos frías, puesto que podrían alterar el calor necesario.

Algo más que sólo masa y k’ ol: significado y tiempo del mucbilpollo

Mientras que el petén guatemalteco, en el último refugio de los itzaes, se alzan papalotes para llamar a los muertos, aquí, en Yucatán, lluvias, velas y recuerdos bastan para atraer a nuestros difuntos a la casa de donde nunca debieron haber salido.

Los cuidados que hay que tener ya los enseñaron las abuelas: tapar espejos, amarrar a los animales, dejar la casa limpia. No hacerlo conlleva un precio: si el ánima se refleja en el cristal, se asusta; si el perro lo persigue, puede evitar que entre a llevarse la esencia de los alimentos; tener las habitaciones sucias o dejar tendida la ropa en la soga es una gran descortesía, aunque tampoco faltan las historias de quien se ha encontrado, cara a cara, a los abuelos fallecidos doblando sábanas u oreando prendas a la luz de la luna.

Sustos más, sustos menos, cuando ya están entre nosotros, el pib debe estar en la mesa del altar.

No obstante, la tradición varía sobre cuándo y en qué días debe comerse. Queda claro que esa masa rellena de k’ol y envuelta en hojas de plátano, es algo más que una simple comida para todos; sin embargo, el espacio rural y el urbano marcan distinciones en la celebración del Janal Pixán que también implican al mucbilpollo.

Al respecto, Silvia Cristina Leirana Alcocer, maestra en Ciencias Antropológicas y doctora en Literatura y Comunicación, sostiene una primera consideración que tiene que ver con la duración de las fiestas en honor a los difuntos, una que suele ser muy breve en la ciudad, pero que se extiende en el caso del interior del estado.

“Primero habría que identificar que, en la gente que tiene más arraigada la tradición, el Janal Pixán no dura solamente dos días como aquí en la ciudad de Mérida. En algunos lugares, dura una semana y en otros, todo el mes de noviembre. Los primeros días, uno y dos, mientras aquí en la ciudad lo que comemos es el pib o mucbilpollo, en los lugares más tradicionales se comen las comidas favoritas de los difuntos […] el día que está dedicado a los niños, por ejemplo, se comen comidas especiales para ellos que no piquen, que no estén muy calientes […]”, expresó.

De acuerdo con la doctora Leirana, en algunos casos, es hasta el ‘ochavario’ o bix ―luego de una intensa semana de rezos, quema de incienso y ofrecer alimentos a las ánimas― cuando el mucbilpollo se presenta, puesto que éste, por su preparación debajo de la tierra, en el pib, les muestra el camino por donde deben regresar, recordándoles a su vez que su tiempo en la tierra ha terminado (continuará).

Texto: Alejandro Fitzmaurice
Fotos: Cortesía

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