Cuando no se cree en Dios, se cree en todo

Chesterton decía que cuando no se cree en Dios se cree en todo, esta frase lapidaria me hace reflexionar sobre nuestra situación social con respecto a Dios. En nombre de la libertad nos ha llevado a creer en lo que nosotros queramos sin importar la veracidad y legitimidad de nuestras creencias.
Se multiplican las prácticas de superstición, ocultismo, adivinación y magia como creencias comunes en general. La superstición es un mal tan común que se ve como algo bueno, del latín: superstitio, se define como la creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón o una fe desmedida o valoración excesiva respecto de una cosa o a una práctica. Así se puede hablar de superstición de la ciencia cuando se apela irracionalmente a ésta para defender una posición.
Cuando las personas ponen su fe de una manera excesiva es cuando se cae en la superstición, por ejemplo: la maldición del #13, de los gatos negros, de pasar bajo una escalera, entre otras prácticas.
Para evitar la superstición debemos avivar nuestra fe en la Providencia divina como nos lo señala Jesucristo en el evangelio de Lucas:
“Por eso les digo: No se inquieten por la vida, pensando qué van a comer, ni por el cuerpo, pensando con qué se van a vestir. Porque la vida vale más que la comida, y el cuerpo más que el vestido. Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosecha, no tienen despensa ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que los pájaros! ¿Y quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un instante al tiempo de su vida? Si aún las cosas más pequeñas superan sus fuerzas, ¿por qué se inquietan por las otras? Fíjense en los lirios: no hilan ni tejen; sin embargo, les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana es echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe! Tampoco tienen que preocuparse por lo que van a comer o beber; no se inquieten, porque son los paganos de este mundo los que van detrás de esas cosas. El Padre sabe que ustedes las necesitan. Busquen más bien su Reino, y lo demás se les dará por añadidura”, (Lc 12, 22-31).
Claro que nuestra fe debe expresarse de manera natural y cotidiana sin avergonzarnos de ella, la fe se demuestra con nuestras obras más que con palabras.
Sin embargo pareciera que hablar de Dios en general hoy día es tabú, como bien dijera el nuevo Arzobispo de París al diario La Croix, sobre el tema de la educación religiosa en la escuela, el arzobispo Aupetit llama a ir más allá de la enseñanza puramente cultural e histórica, atreviéndose también a abordar cuestiones de fe y teología. “Debemos ir más allá del hecho histórico. ¿Qué es la trascendencia? ¿Por qué el hombre ora? ¿No podemos hablar de Dios? ¡Este es el tabú hoy, Dios! Ya no es el sexo, es Dios. Es como si no tuviéramos derecho a hablar sobre Dios, al contrario, estamos avergonzados”.

 

Por Roberto Atocha Dorantes Sáenz*
robertodorantes01@gmail.com

* Ejecutivo de ventas, pero ante todo un hombre de fe inquebrantable. Experto en teología y filosofía.

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