Por Rodrigo Aguilar
Tres finales internacionales el pasado domingo pero sólo una superó las expectativas. La Copa Oro y la Copa América podemos decir que cumplieron con lo esperado con los favoritos México y Brasil como sus respectivos campeones y en medio de la polémica arbitral, acusaciones de “manoseo” en la organización y bajo nivel futbolístico en la mayoría de los partidos.
Un torneo que sí superó las expectativas por su calidad, por dejar todo en la cancha, por su fair play y hasta por convertirse en el clamor más visible de igualdad en las últimas semanas fue el Mundial Femenil realizado en Francia, con Megan Rapinoe, capitana estadounidense, como principal vocera, pidiendo igualdad en salarios y señalando como una “falta de respeto de la FIFA” programar tres finales el mismo día.
La entrega de las jugadoras en el terreno de juego fue correspondido con el rating más alto de un partido de futbol en Estados Unidos que, según datos de Nielsen, fue visto por 14.3 millones de personas en ese país, más que la Final del Mundial de Rusia 2018 entre Francia y Croacia que tuvo 11. 4 millones de espectadores. De acuerdo con la BBC, en Inglaterra el evento televisivo más visto del año en ese país fue el duelo semifinal entre inglesas y estadounidenses, superando incluso a la Final de la Champions League.
Con estas cifras será cuestión de tiempo para que mayores inversiones y la mejora en salarios sean una realidad en el futbol femenil. La mala noticia es que su expansión y su éxito comercial probablemente llegarán acompañados de las malas prácticas que prevalecen en la FIFA y que vician el futbol varonil, un precio que tendrá que pagarse en aras de consolidar el negocio y por encima de su desarrollo como deporte.