Mario Barghomz
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De la antropología evolutiva sabemos que nuestras raíces genéticas se encuentran en los primeros hombres que habitaron la Tierra, desde hace aproximadamente 2 y medio millones de años.
Hablamos en primera instancia de un australopiteco de origen africano que con el tiempo se trasladó a Europa y Asia, de donde luego también se dispersó, dando así origen a diferentes especies determinadas por el territorio y el ambiente. Estas diferentes especies (hasta hoy) se determinaban por el color de la piel, la corpulencia o la estatura. Pero en todas ellas y a diferencia de los demás animales, los distinguía el tamaño de su cerebro.
Sin embargo, y dadas las circunstancias de las condiciones en que por mucho tiempo se desenvolvieron; no en todas las especies su cerebro se desarrolló al mismo tiempo. De aquí que la especie más evolucionada sea la del homo sapiens (70 – 30 mil años) que logró avanzar más que las demás especies dada su capacidad neuronal y su dominio del lenguaje.
Su desarrollo se basó sobre todo en la comunicación, una habilidad de la que el neandertal carecía. Hasta hoy es la comunicación la que nos permite entendernos unos a otros. Como homo sapiens hemos desarrollado modelos muy sofisticados de comunicación que a veces no sólo nos han permitido ganar una guerra, sino mantener unida a toda una comunidad (hablamos de familias, ciudades y países).
Cuando nuestro lenguaje se distorsiona y nos impide comunicarnos convenientemente con nuestros semejantes, surgen inmediatamente los conflictos de diferencia o disputa entre la misma especie; entre el grupo, la comunidad o el continente.
La Antropología Evolutiva postula que fueron estas diferencias de comunicación entre neandertales y homo sapiens, lo que ocasionó la desaparición de los primeros. Y aunque neandertal era una especie más adaptada al medio, más vigorosa y fuerte morfológicamente, era menos inteligente. Lo que también nos deja pensar que no hubo una relación entre ellos, sino un salto cuántico de una especie a otra.
La incógnita es entonces cómo y cuándo apareció el cerebro cognitivo de los homo sapiens. Luego de 40 mil años y un tiempo en que las dos especies coexistieron, un día neandertal simplemente desapareció, dejando el mundo entero a homo sapiens.
Hoy mismo nuestra especie prevalece sobre algunas comunidades tribales que insisten por costumbre, generación y hábito, en comportamientos neandertales. Comunidades sobrevivientes y ajenas al alto desarrollo del lenguaje homo sapiens.
Son las altas tecnología y las herramientas de última generación (satélites, Inteligencia Artificial, Biotecnología, ingeniería robótica, nuevos algoritmos y aplicaciones) lo que sigue distinguiendo a homo sapiens; dueño de un cerebro con 86 mil millones de neuronas a su disposición, y que a través del tiempo sigue evolucionando.
Por otro lado, no sabemos, aunque sigue siendo también una teoría antropológica, si neandertal y homo sapiens llegaron a relacionarse, a aparearse entre unos y otros para luego compartir sus genes a sus herederos. Esos seríamos nosotros.
Como sea; aquí estamos, herederos o no de una sola especie, o de una relación entre unos y otros.