Editorial de Peninsular Punto Medio

Últimamente la “4T” y sus aliados andan muy religiosos y místicos, apelando a fuerzas superiores en algunos de sus discursos, a lo mejor con la esperanza de verse dentro de esa gran mayoría cristiana que todavía existe en nuestro país.

Primero vimos a Andrés Manuel López Obrador afirmando firmemente que era un cristiano creyente, ya que Jesucristo apeló siempre por los pobres, en un intento por avalar y darle fuerza a su modelo político y social, y quizás estar en la misma sintonía que los millones de creyentes.

Además, con más frecuencia que antes, sus mañaneras se han vuelto algo parecido a un sermón de cualquier congregación religiosa en donde se cree que se adoctrina al pueblo mexicano que cada vez está menos pendiente de lo que dice nuestro Presidente en ese espacio.

Pero por otro lado tenemos a Pedro Haces Barba, dirigente de la Catem, creador de Fuerza x México y también gran amigo de López Obrador, mezclando a una divinidad con un asunto muy terrenal como lo es el Tren Maya, al afirmar que sólo Dios puede parar esa obra, al puro estilo de aquella famosa declaración que se hizo sobre el Titanic, pero al revés (tampoco quiso jugarle al vivo).

Sea cual fuere el caso, en estos asuntos de nuestra turbia política no hay que tratar estos temas con tanta ligereza. Recuerden que al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.

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