El derecho humano a la libertad de religión o de conciencia

Deyanira Trinidad Álvarez Villajuana

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Las circunstancias externas pueden despojarnos de todo, menos de una cosa: la libertad de elegir cómo responder a esas circunstancias. Viktor Frankl.

El artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, DUDH, expresa claramente que todas las personas tenemos el derecho de profesar una religión, expresándonos de forma particular o colectiva.

Dicho derecho, no debe conducir a discursos de odio, que quieran combatir con este mismo sentimiento, justo lo que se critica. Es decir, existen la religiofobia y la cristianofobia, dañando a la sociedad desde la raíz, ya que la persecución de personas que tienen el pleno derecho a vivir libremente su fe, y defender sus valores familiares, creencias y formas de ver la realidad, es insustituible y no es negociable, así como no lo es tampoco, la imposición de ideologías contrarias a lo que libremente uno elige como mejor para sí mismo.

Ninguna matanza humana está justificada. Jesús jamás lo hizo ni lo promovió. La tergiversación de personas, que han manipulado las cuestiones religiosas a conveniencia, por motivos de poder y económicos, es muy lejana al legado de Jesús, el cual se traduce en amor, siendo el primero en defender y dar un lugar digno a las mujeres, así como en juntarse con las personas rechazadas de la sociedad, extendiéndoles amor y misericordia, para que procedan al arrepentimiento, y con ello, a la metanoia o cambio de mente.

De nada sirve recitar versículos bíblicos, sin ponerlos en práctica. Todo se resume en amor, y la práctica hace al maestro. Sin embargo, en el mundo se ve una intolerancia hacia las personas que profesan su fe, a través de, por ejemplo, ataques a sinagogas en Estados Unidos, incendio de iglesias en Burkina Faso, asalto a mezquitas en Nueva Zelanda, daño a iglesias en Sri Lanka, persecución religiosa internacional de parte de personas con perfil psicopático, socio-pático o perversos narcisistas, además de matanzas, bullying y violencia en diversas formas.

Jesús no lo hizo, no lo enseñó y esas conductas humanas están muy lejanas de lo que Dios aprueba, y aunque es amor, también es justo, y la justicia llegará, a su tiempo.

Al respecto, Mateo 22:36-39 señala: “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la ley?, y Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento.

Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Así que, si tus acciones reflejan amor y no odio, estás en el camino correcto.

No quieras imponer tus ideologías ni preferencias aludiendo discriminación, cuando es probable que quien discrimine seas tú, a quienes vivan su fe en plenitud y piensen diferente, contando con el derecho a ello.

Cada quien elige lo que considera mejor para su vida, de ello se trata la libertad, y considerando el hecho de que la salvación es totalmente personal, por fe en Jesús y no por obras, para que nadie se gloríe, la responsabilidad por lo dicho y hecho, será medida al morir, en donde la verdad se hará visible, sin excepción.

Es preferible creer en Jesús, seguir su camino de amor y humildad, respetando a otros en sus elecciones, sin atacarlos, pero tampoco, dejarse atacar, pues la base de la convivencia es el respeto al derecho ajeno, que se traduce en la paz.