El filósofo que gritó “lobo”

 

Lleva ya unos meses cocinándose la cuasi-riña: Jordan Peterson versus Slavoj Zizek, en una pelea digna de ser Pay Per View.

Los contrincantes: Peterson, por sus credenciales, es un profesor de psicología que juega a filósofo pop. Es el académico preferido por los medios conservadores, por su talento por ponerse frente a una pantalla y regurgitar retórica de liberalismo clásico empaquetados en parloteo sofisticado digerible. Uno de sus temas más notorios son las personas transgénero: Peterson pasa mucho tiempo pensando en los genitales de otras personas personas y –creo yo– pensando en qué piensan otros sobre lo que él piensa sobre los genitales de otras personas.

Por tal o cuál, en tiempos recientes se volvió el santo patrono de la nueva derecha alterna. Su celebración de modelos hegemónicos y darwinismo social presentados como ejercicio de libertad individual resulta atractivo para quienes encuentran no-conformismo en la resistencia al cambio. Peterson y sus devotos –anti-feministas, anti-LGBT+ y hartos con lo progresista– se enorgullecen de ser políticamente incorrectos. Son la contra-contracultura.

“Incorrección política” es la palabra clave aquí. Como el niño que grita lobo, la chusma de Peterson solo sabe cantar una canción cuando les cuestionan su ideología: llorar ser víctima de corrección política. ¿Por qué tener argumentos o fundamentos cuando puedes acusar a tu oponente de ser “PC”?

Peterson también es abiertamente promotor de los libros de autoayuda. Esto no tiene mucho que ver con la riña, pero lo menciono tanto como pueda para poner en duda su estado de intelectual.

Del otro lado del ring: Slavoj Zizek es un intelectual esloveno cuyas posturas son casi tan indescifrables como su nombre es impronunciable. Marxista, obsesionado con Hegel y rayando de posmoderno, su fijación en la cultura pop hacen de él uno de los más prominentes pensadores contemporáneos.

Zizek y Peterson no son muy diferentes. Ambos son filósofos pop que aparecen en televisores a hablar sobre lo que ven en televisores. Más importante: ambos son maestros de la provocación.

En una de sus usuales contribuciones al Independant, Zizek escribe sobre cómo el alt-right ha encontrado en Peterson un líder intelectual y procede a deconstruir lo que Jordan presenta como hechos científicamente irrefutables o, peor, sentido común.

En una ocasión, Peterson se pone su sombrero freudiano y propone que el feminismo radical es producto de un subconsciente deseo de dominación brutal masculina y cuestiona que la mujer alguna vez en la historia haya sido víctima de opresión. Zizek, muy lacaniano, lo equipara a un patológicamente celoso esposo y a un magufo conspiratorio. Hay más, pero creo que eso pinta una adecuada imagen de los contrincantes.

Quienes hayan escuchado de Zizek sabrán que está lo más lejos posible de corrección política. De hecho, la critica en el mismo artículo. Eso no evita que Peterson le mande unos tweets invitándolo a debatir la supuestamente indiscutible veracidad científica de sus opiniones políticamente incorrectas.

Aquí hay un problema: Zizek no tiene Twitter. Es un pensador con simpatizantes y no –como Peterson– un “influencer” con seguidores. Jordan encontró una cuenta manejada por un fan de Slavoj que se dedica a publicar sus aforismos y decidió regurgitar ahí su réplica.

Así que en realidad mentí. Esta riña no es una riña. Este ring está vacío. O por lo menos, Zizek está ausente de su esquina. Lo que queda es Peterson gritándole a las nubes y pensando en los genitales de otras personas.

Por Gerardo Novelo*
gerardonovelog@gmail.com

* Estudiante de Comunicación. Pasa mucho tiempo pensando en cocos y golondrinas.

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