El Líbano celebra independencia con protestas por un nuevo sistema

Los libros de Historia del Líbano pararon los relojes en el final del mandato francés. La retirada de las tropas galas en 1946, después de que Francia admitiera la independencia del ‘país de los cedros’ el 22 de noviembre de 1943, tras 23 años de mandato, es el último hito histórico que registran los manuales docentes. Los estudiantes no estudian la época contemporánea. Ni el conflicto árabe-israelí ni la guerra civil libanesa aparecen en sus libros por falta de consenso sobre su narrativa.

Hoy, una ola de contestación cívica está sacudiendo los cimientos del sistema confesional que dejaron en herencia los franceses y que enfrentó a los libaneses. La indignación ha unido a los ciudadanos, sin importar su identidad, para exigir un cambio de paradigma político y acabar con los nichos que dividen la ciudadanía en 18 confesiones religiosas sin apenas cruces de caminos.

—Exactamente un siglo después, los libaneses están actualizando su modelo: saltando sobre lo que les divide por sectas hacia lo que les une como ciudadanos —escribió Jack Tohme, médico endocrino beirutí emigrado a EEUU, hace unos días en el diario ‘An Nahar’.

El Líbano ha marcado ayer el 76 aniversario de su independencia de Francia con el deseo de que las protestas contra la clase política sean el punto de partida hacia una “nueva independencia”. El tradicional desfile militar no ha podido celebrarse en su ubicación de siempre, la Plaza de los Mártires de Beirut, desplazado por las sentadas y acampadas de activistas. La versión popular del desfile militar ha tenido su reflejo en las decenas de “desfiles civiles” que han convergido en la imponente plaza, epicentro de la revolución que desde hace 37 días está poniendo en jaque a las autoridades.

El presidente, Michel Aoun; el primer ministro en funciones, Saad Hariri, y el presidente del Parlamento, Nabih Berri, presidieron los actos oficiales. Hariri, con expresión seria, un poco separado de Aoun y Berri, que departieron amigablemente e intercambiaron sonrisas. Durante media hora vieron marchar a los soldados.

Esta vez no hubo despliegue de carros blindados ni vuelos de exhibición de helicópteros. Tampoco dignatarios extranjeros. La situación es tensa.

Texto: Cortesía

Fotos: EFE

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