El precio del deporte

Mary Carmen Rosado Mota

@mary_rosmot
latribunaesnuestra@gmail.com

El deporte siempre debería ser, antes que cualquier otra cosa, sinónimo de disfrute, evidentemente también trae consigo otros beneficios tanto para nuestro cuerpo y bienestar físico como para nuestro desarrollo mental. El deporte de alto rendimiento ya de primera instancia no es fácil, requiere de sesiones de entrenamiento todos los días y una serie de exigencias, sacrificios y disciplina en grandes cantidades. ¿Pero qué sucede cuándo el disfrute es rebasado por el desgaste?

Esta semana Teresa Alonso, seleccionada nacional y multimedallista con el equipo de nado sincronizado, publicó un video donde relataba el abuso psicológico que ha sufrido por parte de la entrenadora nacional con respecto a su complexión fisica. Con el paso de los días las nadadoras Karen Soto y Madison Lopez también han compartido sus historias dentro del mismo representativo nacional.

“Estás gorda, chaparra y de piernas cortas”, son algunas de las expresiones que mencionaron las atletas, además de ser expuestas, sancionadas y comparadas con el resto de las integrantes, lo que deribó que presentaran transtornos alimenticios por dejar de comer y decidieran apartarse del equipo de nado sincronizado para poder ser tratadas en un hospital.

Otro de los factores importantes que denunciaron es la integración del equipo multidisciplinario, al ser una selección nacional cuentan con otros profesionales del área del deporte para su atención, tal es el caso del departamento de psicología del deporte, donde se supone deberían orientarlas para hacer frente a este tipo de cargas pero lo delicado en este caso es que se trata de un “coach mental” y además es esposo de la entrenadora, lo que complicó el escenario. 

Tristemente este tipo de situaciones no son nuevas en el deporte, sobretodo en aquellos de apreciación que se mezclan con la estética. La patinadora rusa Yulia Lipnitskaya, quien en el 2014 se convirtiera en la atleta más joven en ganar un oro en juegos olímpicos de invierno con 15 años, se retiró tres años después para poder atender su problema de anorexía, poniéndole fin a una de las carreras más prometedoras del mundo del patinaje artístico. 

A lo mejor ustedes cuando se enteraron de todas estas declaraciones pensaron que “así debe ser el deporte de alto rendimiento, que se necesita de exigencia al más grande nivel para poder competir en escenarios internacionales y entrar al grupo de mayor élite en el deporte”, pero ¿ese es realmente el precio que hay que pagar?

Yo considero que no, claro que necesitamos disciplina, que tenemos que explotar lo mejor de nosotros mismos para conseguir aquello que no toda la gente puede hacer, pero nunca tendría que ser acosta de nuestra salud física y principalmente de nuestra salud mental.

El miedo por ser reemplazadas es el factor más común para que atletas guarden silencio ante este tipo de situaciones, es por ello que se necesita de un mejor trabajo por parte de las federaciones e instancias deportivas de nuestro país, ¿estamos velando por el deporte o por nuestros deportistas?, en algún momento habrá que hacerse esa pregunta, yo espero que la reflexión surja pronto y sobre todo, que surja de las personas correctas.

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