El señor de las sonrisas…

Érase una vez un lugar tenebroso y frío en el que jamás salía la Luna porque le daba miedo alumbrar el cielo sobre una tierra tan árida y desabrida. Le llamaban el reino de los desagradecidos, porque lo habitaban seres que nunca estaban contentos ni agradecían nada.

Un señor llegó para vivir en el castillo, era joven y culto y tenía ideas muy interesantes. Celebró unas jornadas literarias donde se contaron cuentos de ayer y de hoy. Invitó a un torero a dar una conferencia. Organizó un concurso de mus y festejó la llegada de la primavera con un baile.

En el pueblo en el que todo era oscuridad, donde nunca había habido fiestas ni actividades, pusieron mala cara a todo y no agradecieron nada. Se trataba de seres huraños y poco comunicativos, y no poseían el don de la generosidad. Tampoco eran alegres.

Aquella tarde el señor, siempre muy sonriente y pura nobleza, celebró una junta. Obsequió a cada asistente con una copa de vino y prometió organizar para primeros de otoño un festival de la manzana. Ni los niños aplaudieron. Pero aquella noche la Luna sí salió. A agradecer al hombre…

Dedicado a los luchadores que sueñan…
Y a Luisito, luchador y soñador de 12 años.

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