El ser social

Por: Mario Barghomz

“Zoon politikón”. Este concepto pertenece a Aristóteles, el filósofo griego nacido en Estagira, alumno de Platón por veinte años y luego maestro de Alejandro el Magno a su vez descendiente de la estirpe de Filipo de Macedonia, de quien era médico el padre de Aristóteles.

Esta idea se refiere a la naturaleza intrínseca del hombre en su ser gregario y social. Dicho de un modo que podemos entender y nos quede claro “zoon politikón” (animal político) se debe comprender como la naturaleza del hombre en su relación cívica o social con los demás.

Para Aristóteles los hombres, en su naturaleza de mortales, nacen para no estar solos. Somos gregarios, quiere decir también el concepto; vivimos para ser relacionales, para formar colonias (como las abejas), familias, comunidades, Estados. Y en este sentido ningún hombre puede vivir ajeno a sus semejantes. No nacimos para estar sin los demás.

También, en el siglo XVII, el filósofo inglés Thomas Hobbes (padre de la Filosofía Política moderna), naturalmente en otro contexto, desarrolló un pensamiento muy parecido al de Aristóteles. Pero su argumento de civismo humano no se lo atribuye a su naturaleza, al hecho mismo de ser así desde su ser antropológico, sino a su necesidad y conveniencia, a su propia lucha por sobrevivir, rivalizar y superar a los otros.

El hombre social -dice Hobbes- no busca su relación con los demás por naturaleza, sino por un afán de supremacía y rivalidad, honor y vanidad. El hombre de Hobbes no busca ser igual que los demás, sino superior. Y en su lucha humana por el poder y el honor político y económico, por lograr su superioridad tecnológica o científica, artística, educativa, cultural y social en búsqueda de un mejor estatus que lo diferencie y lo haga mejor que los demás, se convierte invariablemente en lobo de su prójimo. “Homo homini lupus” (el hombre es lobo del hombre) advierte Hobbes en su máxima obra filosófica: El Leviatán, publicado en 1651.

A diferencia de Aristóteles, Hobbes se apoya en cinco postulados filosóficos para sus observaciones: 1) la cuestión antropológica (la del hombre mismo en su ser), 2) el aspecto epistemológico o del conocimiento, 3) la tarea ética (del comportamiento), 4) el aspecto político (de las leyes, los Estados y los gobiernos), y finalmente 5) la creencia religiosa (la fe y Dios). Postulados que según Hobbes deberán guiar a los hombres por el camino de sus mejores relaciones.

Hoy parece un buen tiempo (¡qué paradoja!) para demostrar quiénes somos realmente ante esta pandemia mundial del COVID-19 surgida de pronto, no importa ya dónde ni cómo, y que confronta a la comunidad global a tomar medidas donde todos tengamos que ver. Ya que ante una situación de eminente contagio (más tarde o más temprano) antes de encontrar la cura, nadie, ningún país, infectado o no, ninguna persona y ninguna comunidad puede actuar a expensas de los demás.

Aunque parezca que aislados, que naturalmente es una medida de protección y contención, podemos librarnos del mal, nadie siendo humano podría prescindir del alimento que es necesario comprar, de los servicios públicos y privados, de la asistencia médica y social, etc. Tanto a nivel local, nacional o internacional. ¡Debe quedarnos claro que todos dependemos de todos! Ni Hobbes ni Aristóteles se han equivocado al definir cada uno en su sentido nuestra naturaleza humano-social: ¡somos gregarios! Dependientes naturales unos de otros.

Y hoy que nos hemos acostumbrado a vivir dentro, ya no de una comunidad local sino global a nivel mundial, con más razón nuestra dependencia común con los demás es prácticamente universal. Y de esto podemos inferir que lo que le pase al mundo, en cualquier tiempo y lugar, tarde o temprano (vía barco, tren o avión como ha sucedido hasta ahora), nos pasará a todos.

Como aldea comunitaria global y como género humano, parece que el destino nos ha puesto una vez más a prueba para que de nosotros mismos surja ese espíritu gregario de comunidad, de relación y altruismo mutuos, de cuidado, prevención, aprendizaje y protección por los demás, por nosotros mismos y ante lo que pueda venir.

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