En Argelia siguen las protestas por elecciones

El Jefe del Ejército de Argelia, general Ahmed Gaïd Salah, se convirtió de nuevo ayer en el objeto de la ira de los argelinos, que volvieron a salir a la calle por décimo tercer viernes consecutivo para exigir la caída de todo el régimen que acompañó al dimitido presidente Abdelaziz Bouteflika.

El general, designado por Bouteflika en 2004, se ha convertido en el hombre más influyente del país y en uno de los principales defensores de un proceso de transición que la población rechazó un día más al grito de “Todos fuera”.

Decenas de miles de ciudadanos dijeron también “no” a las elecciones convocadas para el próximo 4 de julio por el presidente del Senado y jefe de Estado en funciones, Abdelkader Bensalah, otro de los veteranos del régimen.

Y exigieron la formación de un órgano colegiado independiente que sustituya al extitular de Interior y actual primer ministro, Nuredin Bedaui, reforme la ley electoral y gestione Argelia hasta la celebración de unas presidenciales “verdaderamente libres y democráticas”.

“Nos hemos levantado para pedir el cambio del poder político en Argelia y la manera de gobernar el país”, recordó el abogado Mustafa Bouchachi, uno de los inspiradores del movimiento popular de protesta.

“El presidente (del Senado) es aún jefe del Estado interino, eso demuestra que el pueblo no ha logrado todavía sus reivindicaciones”, indicó el activista, conocido por su defensa de los derechos humanos.

En la misma línea se pronunciaron los ciudadanos que, como cada viernes, trataron de concentrarse en la plaza de la Grande Poste, en Argel, tomada desde primera hora de la mañana por cientos de agentes antidisturbios.

Concluida la oración, decenas de hombres lograron romper el cordón tras forcejear con los policías y colocarse en las escaleras del edificio principal, donde repitieron consignas habituales como “Queremos que la mafia del poder se vaya”.

“Justo cuando la marea humana empezó a llegar a la Grand Poste el dispositivo policial presente aquí lanzó gases lacrimógenos”, dijo el joven que portaba en sus manos una botella de agua y de vinagre para neutralizar los efectos del gas.

Unos metros más allá, la historiadora Nacera Benseddik argumentó que los tres meses de plazo previstos en la Constitución para la celebración de comicios en caso de muerte.

Texto y foto: EFE

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