Esperanza

Armando Escalante
Periodista y analista político

José nació en un poblado donde miles como él serán pobres siempre. Junto con sus hermanas, tienen trabajo en Mérida y eventualmente regresan a su natal terruño para dejar dinero a sus padres, cargados de regalos y sobretodo de comida. Con el proceso electoral, su familia recibió ayuda del candidato favorito que todos sabían iba a ganar.

Desde semanas antes por todo su pueblito se pintaron bardas, colocaron lonas, propaganda a reventar del que sería el candidato que ahora “le tocaría”. ¿Cómo sabes que va a ganar? —le preguntaron. “Porque regala apoyos…” (el poblado reboza de material de construcción en cada casa, bloques, cemento, grava) y claro, porque va en el mismo partido del presidente.

José no estará cerca del ganador. Es más no necesitará de él por 3 años. Ni de sus apoyos. Tiene un patrón y sus hermanas igual. Todos viven de lo mismo. Gracias a que tienen trabajo en alguna casa. El dinero de la clase media —que le enoja al presidente— mantiene a buena parte de su municipio y el resto proviene de las remesas. Los que no son mozos en Mérida, viven de lo poquito que les manda el presidente y por eso votan por él.

Cuando destruyan a las clases medias que no tolera AMLO, José y sus hermanas se quedarán sin trabajo en Mérida pero podrán retornar a su pueblo sin problema y quizá le pidan ayuda al alcalde que seguirá ganando “por dar apoyos”.

No todo está perdido; las clases medias han repudiado en la ciudad de México al presidente Manuel López que ahí vivió como jefe de gobierno sus primeras glorias y comenzó a crecer, gracias a que había un Ejecutivo federal que lo mantuvo y lo proveyó de recursos como no lo hace él ahora con la señora Sheinbaum. Y es desde adentro, desde el seno mismo del bastión perredista primero y morenista después, que han comenzado a socavarse los pilares que lo sostienen. La Ciudad de México otrora fanatizada por el peje, ha comenzado a defenderse del daño que ha sufrido por el mal gobierno lopezobradorista.

Hace algunos meses, muchos quizá, dije que nadie vendría a salvarnos de la debacle política y económica que representaría un gobierno populista, menos el gobierno de Estados Unidos. Ni por ser vecinos ni porque no le convenga que a México le vaya mal. No lo hicieron por Cuba ni mucho menos por Venezuela y miles de muertos lo confirman.

El éxodo de ciudadanos de ambas naciones ahora refugiados en tantos países del mundo, es la mejor muestra de esos malos gobiernos. Huyeron no solo los ricos sino las clases medias y algunos millones de pobres. Pero muchos miles más no han podido salir. Esos sufren y miran asombrados como la hoja de ruta que sigue México es copia fiel de lo que sus mesiánicos gobernantes los hicieron padecer. Las personas tontas argumentan que los bloqueos de EEUU los hundieron, pero olvidan que primero llegaron los dictadores a imponer la pobreza y la destrucción social y luego se tomaron medidas para aislarlos territorialmente por ser antidemocráticos.

La única forma de acabar con un mal gobierno tiene que ser desde adentro y eso pasa por tomar decisiones a tiempo antes de que sea demasiado tarde. Ni Cuba ni Venezuela se convencieron en su momento y hoy es tardísimo para recuperarse. La CDMX nos abre una nueva esperanza.

El xix.— La insensatez de un grupo de mujeres y hombres que se prestaron para dañar a su ciudad y arriesgar a su familia proponiendo autoridades que ni idea tendrían de qué hacer en un gobierno, fue derrotada en forma aplastante por el señor Renán Barrera. Incluso 8 de sus oponentes obtuvieron tan pocos sufragios como credibilidad poseen. No es el caso del senador Jorge Ramírez quien sabedor que perdería, comentó en privado que su intención era mantener la presencia de su partido para evitar que desaparezca. Por poco no lo logra. En otros estados el PRI se portó al revés, ayudó al PAN a evitar que el populismo destruya México.

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.