Familia Madera Uc: ejemplo de trabajo diario

Doña Mirna Beatriz Uc Concha y don Nolberto Madera Velázquez se conocieron en una kermés en Temax, un año después se casaron y llevan ya 60 años juntos, con cinco hijos y un cargamento de amenos recuerdos que comparten con los lectores de Peninsular Punto Medio.

“Estaba regresando de estar un año en Bécal, donde me mandó mi papá para que aprendiera el oficio de la peluquería y la sastrería, pero no se me dio”, dijo don Nolberto, quien comentó que así fue como asentaron a su abuelo en el Registro Civil, y de la misma manera heredó el nombre.

-No aprendió nada, pero bien que le gustaba ir a ver cómo las muchachas tejían sus sombreros en las cuevas -agregó sonriendo doña Mirna, y reconoció que su ahora esposo tenía en ese entonces muchas enamoradas.

-Cuando la conocí ella acababa de terminar con un novio y cuando iba al molino, llenaba su sabucán con piedras por si se lo encontraba y quería hacerle algo. Así pasó un año y por fin en mayo aceptó casarse conmigo, tenía entonces 22 años y ella 16 -recordó este señor que orgullosamente dice ser hombre de campo.

“Era cortador de henequén, trabajé en la milpa. En ese tiempo no había tantos bichos y se lograba bonito el maíz, el frijol, los ibes y la calabaza; no se tumbaba mucho y todo se lograba. Ahora hay que comprar líquido para que esté limpio el terreno. Antes solamente era deshierbar alrededor de los elotes, los tomates y la sandía. Hoy es muy diferente”, expresó don Nolberto, quien también se emocionó al hablar del beisbol, su deporte favorito y que practicaba con sus amigos.

-La gente siempre nos pregunta cómo es que hemos aguantado tanto, la verdad es que nos queremos mucho, aunque a veces me regaña, eso es natural -compartió.

No obstante, al principio de la vida de casados la pareja pasó momentos muy difíciles, ya que sus tres primeros hijos fallecieron.

-Me desanimé. La gente me daba ánimos y me decía que estaba joven aún, y así pasó el tiempo hasta que nació nuestra primera hija, María Paulina, a quien desde chica le llamaba Fany en recuerdo de una muchacha que conocí en Bécal, que así se llamaba -recordó.

-Después llegó Maricruz de la Asunción Mercedes, Manuel Jesús y Regina Avelina, todos ya felizmente casados, pero fueron tiempos muy bonitos cuando estaban chicos y con 30 centavos de galletas comían a gusto y hasta sobraba -mencionó la señora Mirna. En esos tiempos, agregó, nadie se moría de hambre, ya que además de que había gallinas y se criaban cerdos, se tenía la costumbre de hacer costura y urdir hamacas.

“Hasta antes de que a mi esposo se le cayeran las fuerzas, cada semana entregaba 30 vestiditos y él me ayudaba a hacer los brazos de las hamacas que urdía en los tres o cuatro primeros meses del año; no faltaba que alguien me las pidiera para comprar antes del fin de año, era como un ahorro, además de que me gustaba entrar a las mutualistas y siempre ser la última, así ya sabía que era mío el dinero, que hasta nos servía cuando teníamos alguna necesidad en la casa”, explicó la entrevistada, quien confesó extrañar la vida del campo.

“Así nos gustó la vida, porque tienes tus ganaditos, tus abejas cuando necesitas vendes, pero aquí en la ciudad solo gastas tu dinero y luego qué haces, solo vivir del gobierno con tu sesenta y más”, dijo don Nolberto, que cabe mencionar el próximo 15 de abril cumplirá 83 años de edad y un mes después 61 años de matrimonio.

Texto: Manuel Pool Moguel
Fotos: Manuel Pool / Agencia

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