Fracasados

Armando Escalante
Periodista y analista político

Lo que no tenemos que quedar bien ni por pluralidad ni por conveniencia y menos por distinciones partidistas, advertimos día con día que el país está siendo destruido por Manuel López Obrador. Y a nosotros más tarde que temprano, se nos unen los arrepentidos. Bienvenidos, más vale tarde que nunca…

Así se describe, como un arrepentido, el editorialista de El Universal, Alberto Galarza, quien en su más reciente artículo de opinión al que llamó “Al AMLO candidato que nos llenó de sueños e ilusiones, lo mató el Andrés Manuel Presidente”, en alusión a la reacción que están viviendo sus votantes decepcionados por recientes actitudes que los hicieron abrir los ojos.

El escrito se lo dedica a “los hermanos del CIDE; a los profesores, investigadores y científicos de todas las universidades y centros de investigación públicos y privados del país”.

—“Mientras estudiaba los primeros semestres de mi licenciatura, discutíamos con pasión y enojo el intento de un presidente que traicionó el cambio queriendo encarcelar a su principal opositor político. Hablábamos de revolución, de rebeldía y de defensa al jefe de gobierno que resistía un desafuero y los embates del entonces hombre más poderoso del país… Los estudiantes, profesores, investigadores y científicos, en conjunto con toda la comunidad universitaria defendíamos en las calles, en las aulas y en las mesas familiares al AMLO candidato, perseguido por el poder”. 

“Una década y media más tarde nos reuníamos a festejar la llegada de aquel candidato a la presidencia de la república, y celebrábamos; en las aulas, en las calles y en las mesas familiares. Asegurábamos que por fin llegaría una visión de país apalancada en la educación de las masas, en alcanzar las inversiones en educación, ciencia y tecnología que los gobiernos neoliberales nos habían negado. Que el ser profesor no sería más sinónimo de pobreza salarial, que los científicos tendrían recursos para realizar las innovaciones que nos llevarían al desarrollo…”

Tras ese preámbulo, Alberto Galarza va al grano: “Llegó el AMLO Presidente, y nos tumbó las sonrisas y la esperanza a golpe de mañaneras. Los profesores fueron perseguidos dentro y fuera de las aulas, los científicos por la fiscalía y las comunidades universitarias acosadas en las calles, las redes y desde el poder. Y del festejo de triunfo, comenzaron los silencios, el estupor y la duda ¿en qué nos habíamos equivocado?, ¿qué no habíamos visto?, ¿en qué le fallamos al ejercicio democrático del voto? 

“Comenzó la decepción. Recortes generalizados en inversión educativa, desaparición de los fideicomisos que hacían respirar la poca ciencia y tecnología que se desarrollaba en nuestro país. La extrema pauperización de los salarios de los profesores que, con crecimientos cero en los presupuestos de las instituciones de educación superior, la inflación se comió los sueños de una vida digna, de medianía republicana”.

“Y entonces los estudiantes, profesores, científicos e investigadores se comenzaron a sacudir el estupor de la traición, cuando el AMLO Presidente, comenzó a atacar la autonomía de los centros de investigación, intentando ideologizar la ciencia. El AMLO revolucionario se nos reveló como un conservador, un dogmático, un tirano con aquellas comunidades que lo acogimos…

“Al AMLO candidato que nos llenó de sueños e ilusiones lo mató Andrés Manuel el Presidente. Y entonces, como pasa cuando desde el poder se quiere someter a la inteligencia y al conocimiento, a los universitarios se nos despierta un gen constructor central de nuestra biología política: el gen de la resistencia. Ya no hay esperanza de recuperar al AMLO candidato, lo intentamos una y otra vez y fracasamos”.

El xix.— Dedicamos este espacio final al último párrafo que puso el autor del artículo que citamos arriba: “Solo nos queda la obligación de resistirlo, contando los días para que culmine un gobierno que prometió transformación. Y, desde todas las universidades e instituciones científicas y tecnológicas, así como desde las calles, las aulas y las mesas familiares, declararnos en resistencia y organización”.