El universo de Star Wars es enorme. En teoría, cualquier clase de historia podría ocurrir en algún lugar de esa galaxia muy, muy lejana. Las posibilidades son infinitas, al menos fuera de la pantalla grande; dentro de ella, la saga y sus spin-offs se muestran incapaces de dejar atrás los mismos personajes y convenciones narrativas de siempre.
The Force Awakens fue prácticamente un refrito de A New Hope. The Last Jedi fue el intento de Disney por darle una identidad propia a su nueva trilogía pero, a pesar de tener la ruptura con el pasado como un elemento central en su trama, tuvo una convicción débil y no logró cambio substancial alguno. El Episodio IX aún tiene oportunidad de hacer algo distinto, más ello se ve improbable después de la polarización con la que fue recibida la “arriesgada” entrega que le precede.
Tampoco parece haber interés en probar nuevas ideas en los spin-offs (a pesar de que son la plataforma idónea para hacer justamente eso). Ejemplo de ello es la recién estrenada Solo: A Star Wars Story, una producción entretenida pero narrativamente pobre que pudo haber sido mucho mejor de haber contado con un guion menos trillado, un tono distinto y otro protagonista. Si el filme sigue a Han, es sólo porque su nombre vende boletos; Tobias Beckett –interpretado por Woody Harrelson– es, por mucho, un personaje más interesante, cuyo arco dramático bien pudo haber conducido un excelente crime drama.
Aunque Star Wars aún tiene chance de reivindicarse, no creo que ni el Episodio IX ni el planeado spin-off de Boba Fett lo logren. Todo indica que la galaxia muy, muy lejana imitará la trayectoria segura y monótona que actualmente cursa su universo cinematográfico hermano: el MCU.
Por Marcial Méndez*
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* Estudiante de Diseño Multimedia, posmoderno y fanático del vaporwave. Dicen que es más formal de lo que su foto indica. Sí tiene novia.