En estas épocas el calificativo “histórico” se usa con mucha frecuencia y facilidad, muchas veces superficialmente sin un contexto real, porque una cosa es exaltar la importancia de un hecho y otra muy diferente, la de enmarcar su verdadera trascendencia.
Este fin de semana en la ciudad de Atlanta Georgia en los Estados Unidos, después de cinco años de negociaciones, finalmente los doce países miembros, suscribieron el Acuerdo de Asociación Transpacífico, TPP por sus siglas en ingles.
Según el Secretario de Economía del gobierno federal Ildefonso Guajardo, quien represento a nuestro país en la prolongada y ríspida negociación, el afortunado desenlace de la misma, se debió a la voluntad política, flexibilidad y pragmatismo de cada una de las partes.
No se puede hacer de lado, que aun y tomando en cuenta el interés colectivo siempre predomina el particular, este tipo de convenios imponen un estira y afloja en el que todos tienen que ceder en algo y eso, no siempre sucede con éxito.
Mas aun cuando de por medio existe un choque cultural, que supone una profunda complicación para hacer converger esos intereses, sin embargo las bondades de la cooperación, significan una oportunidad sin igual.
Por ello es necesario resaltar que además de la decisión oficial de cada gobierno, la iniciativa privada de cada país, sus empresas de carácter multinacional, jugaron un papel fundamental para presionar a sus respectivas autoridades.
Los países que integran la asociación transpacífica son, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Vietnam y los Estados Unidos.
Cada nación tendrá que cumplir con sus respectivas legislaciones, para que sus congresos aprueben su participación y los términos de la misma, con excepción de los Estados Unidos, se espera que cada uno de esos procesos sean rápidos y sin complicaciones.
En el caso de la Unión Americana, no se puede hacer de lado que la bancada del Partido Republicano en el congreso, mantiene por formato una postura obstruccionista, en contra de cualquier propuesta del Presidente demócrata Barack Obama.
Sobre todo ahora en el previo de las elecciones presidenciales en ese país, sin embargo dada la trascendencia del acuerdo, se puede suponer con certeza que el bando republicano tendrá necesariamente que acompañar la iniciativa, aun por encima de sus intereses electorales.
La importancia de la firma de este acuerdo, bien merece pues el denominador de histórico, porque representa un nuevo modelo vanguardista de entendimiento y cooperación económica y comercial mundial, el que sin duda habrá de imperar en adelante.
Con la puesta en marcha del acuerdo, habrá un antes y un después en términos de la relaciones económicas, sus integrantes concentran el veinticinco por ciento de la producción y el mercado mundial y el cuarenta por ciento del Producto Interno Bruto global.
Si bien es cierto que sus beneficios no serán inmediatos, también lo es que significa la mayor plataforma comercial global, lo que supone que los países miembros contaran con las herramientas mas eficientes para su desarrollo en el mediano y largo plazo.
Se estima que desgravar todos los aranceles tardara diez años, mediante un programa que se divide en tres fases, la primera de resolución inmediata una vez que se ponga en operación dicho acuerdo, una segunda a los cinco años y la ultima en el decimo aniversario.
El acuerdo impactaría en mas del diez por ciento de la población del planeta, un rango de alrededor de 800 millones de personas, con un aproximado potencial de ganancias sobre los 300 billones de dólares.
Para México esta es una oportunidad extraordinaria, toda vez que la incursión de empresas nacionales, puede abarcar al menos 19 rubros de 191 fracciones arancelarias.
En estos apartados sobresalen los sectores agroindustrial, el de vehículos y autopartes, químicos y farmacéuticos, acero y manufacturas, equipo eléctrico y electrónico, cosméticos y artículos de higiene personal.
Esto favorecerá un gran incremento de nuestras exportaciones en condiciones muy competitivas, considerando la eliminación de aranceles como se plantea en el acuerdo.
Ahora bien, existe un riesgo que por supuesto debe tomarse en cuenta, porque esto podría disminuir el acceso preferencial del que hoy gozamos al mercado del Estados Unidos, gracias al Tratado de Libre Comercio de Norteamérica.
Esto porque las ventajas de oportunidad que México tiene actualmente y algunas en exclusiva en el mercado estadounidense, materialmente desaparecerían, porque como resultado del acuerdo los otros diez países también las tendrían.
Con el piso parejo para todos los participantes se acrecentara la competencia, pero en todo caso con el aumento exponencial del mercado potencial, bien vale correr el trance.
De cualquier forma lo que debe quedar claro, es que México no podía desaprovechar, la oportunidad de pertenecer a este selecto grupo de elite económico y comercial.
Por ello en esta ocasión el calificativo histórico, cobra dimensión real, habrá que esperar los resultados para contabilizar el impacto delos beneficios, pero evidentemente el análisis nos permite augurar que así será.
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