La falta de amor es la causa de tragedias en el mundo actual, señala el arzobispo

Gustavo Rodríguez Vega destaca en su homilía dominical la importancia de enseñar a la infancia el amor de Dios a través de la familia, y reconocernos como amados por él

Un llamado muy importante a las conciencias de los padres de familia y de la sociedad en general es el que, en el marco de la misa episcopal celebrada ayer domingo, hizo el arzobispo de Yucatán, Gustavo Rodríguez Vega, quien al lamentar los hechos ocurridos en días pasados en Torreón, Coahuila, donde un niño de 11 años se quitó la vida después de disparar en contra de su maestra y de sus compañeros, exhortó a la sociedad en general a interesarse en lo que le sucede a los demás.

“No podemos hacer juicios porque no conocemos la situación de ese niño, pero sí podemos saber que no experimentaba amor”, dijo el prelado, quien recalcó la vital importancia de que niños, niñas y adolescentes sepan que se les ama y que conozcan el amor de Dios a través del amor de sus padres, abuelos y hermanos.

En este sentido, hizo énfasis en que en Yucatán, el índice de suicidios sigue siendo muy alto, y consideró que en el fondo la razón de esta lamentable situación puede ser no conocer el amor, no experimentar el amor de sentirse hijos amados de Dios, por lo que hizo votos para que todos tengamos ese amor para compartirlo y elevar la dignidad de todos los que rodean.

En su homilía, dedicada a la fiesta del Bautismo de Jesús, y con la que se dio por concluido el tiempo de la Navidad, destacó que a diferencia de hace unos años, cuando a los hijos se les bautizaba a unos días de haber nacido, en la actualidad los abuelos sufren al ver cómo sus hijos no tienen prisa para bautizar a sus nietos.

“Yo creo que mientras más sea el convencimiento y el amor hacia las cosas de Dios, se siente con más urgencia la necesidad de que los niños pertenezcan a la iglesia, que es el cuerpo de Cristo”, subrayó monseñor Rodríguez Vega, quien recordó que a él lo bautizaron a los 25 días de nacido.

Más adelante, explicó que lo mismo que los bebés son inocentes criaturas, por el pecado original, todos necesitamos de la redención de Cristo, quien como signo de humildad, de manera solidaria con nosotros, asumió nuestros pecados y bajó a lavarlos al Río Jordán.

“Celebrar el bautismo de Cristo es rememorar el nuestro, nuestro compromiso de pasar la vida haciendo el bien, y para lograrlo hay que reconocernos como amados por Dios, y entonces habrá que preguntarse hasta qué punto mi vida, mi conducta, ha sido de la complacencia de Dios. Puede ser hoy el momento para decidirse a complacer al señor con todo lo que pensamos, hacemos o decimos, busquemos complacer a Dios con nuestra forma de ser y lo demás será secundario”, subrayó.

Texto y fotos: Manuel Pool Moguel

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