La heroína, un negocio en Estados Unidos

WASHINGTON, DC.– En una lluviosa tarde de mayo, al oeste de Cincinnati, un hombre vendía medio gramo de heroína por 70 dólares. El comprador era un policía vestido de civil; el vendedor fue esposado de inmediato. Sería la primera de dos operaciones que la policía local llevó a cabo ese jueves y uno de varios casos relacionados con la heroína: Tres personas con sobredosis y una más sorprendida manejando bajo la influencia. En comparación con otros días en su distrito, el día fue flojo.

La heroína está tan extendida en ciudades como Cincinnati y es tan rentable para los cárteles que la surten que incluso los policías admiten que las detenciones esporádicas tienen poco impacto. “Realmente no causa ningún impacto en la calle”, dice el detective Brandon Connley. “En estos días todos venden drogas. Siempre hay alguien allí para reanudar la venta”.

Millones de estadounidenses se engancharon a los analgésicos durante la época de desenfrenada prescripción médica que comenzó en la década de 1990 y llegó a su máximo en 2011. A medida que los estados endurecieron el monitoreo y los médicos redujeron las dosis, se volvió más difícil para los adictos obtener analgésicos de receta, lo que los empuja a buscar drogas no legales. Los cárteles mexicanos y las pandillas han capitalizado dicho cambio, extendiendo sus redes por todo Estados Unidos e inundando el mercado con heroína barata, asegura la policía.

También han comenzado a combinar la heroína con opioides sintéticos incluyendo fentanilo, de modo que la dosis sea más adictiva y más barata de producir. Los efectos reversibles de las sobredosis ayudan a que los adictos sobrevivan, a menudo como para repetir, lo que da a los dealers un aporte constante de consumidores. Con esa incansable demanda y márgenes de beneficio cada vez más amplios, 2017 se perfila como el año más rentable para el tráfico de heroína en Estados Unidos.

Los cárteles han comenzado a experimentar con sintéticos aún más potentes. Entre ellos el tranquilizante para elefantes carfentanil (apodado “rhino”), y otro poderoso sintético a veces traído desde Hong Kong conocido como “pink”. Como se filtran por la piel, el mero contacto con cualquiera puede causarle una sobredosis a alguien sin tolerancia a los opioides.

El gobierno federal tampoco parece estar coordinado. Aunque Trump prometió durante su campaña combatir la epidemia de opiáceos, la ley de salud que proponen los republicanos recortaría la financiación del Medicaid, promotor crucial de los programas de rehabilitación.

El Financiero

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