La ¿nueva? hoja de ruta del 2018

Hace algunos meses cuando quedó definido que la Presidencia de la República se jugaría entre Ricardo Anaya, José Antonio Meade y Andrés Manuel López Obrador se abrieron dos posibilidades, una elección en la que lleguen más o menos fuertes a la final los tres candidatos relevantes o que lleguen dos y uno se desinfle paulatinamente.

Muchas personas, entre las que me incluyo, se inclinaron por la segunda opción: conforme se acerque la elección ocurriría un fenómeno similar al 2006 y 2012, un segundo lugar claro (Meade o Anaya) atraería los votos anti AMLO del tercer lugar y la elección se definiría entre dos, rezagando al sobrante a un tercer lugar que quedaría muy lejos de la foto, como le ocurrió a Roberto Madrazo y a Josefina Vázquez Mota. Es decir, una especie de primaria Anaya-Meade para disputarse los votos anti AMLO y el lugar en la final. Nada nuevo.

Bajo la premisa anterior, ahora nos encontramos plenamente sumergidos en esa elección primaria; sin embargo, creo que los hechos podrían separarse de la hoja de ruta que muchos damos por sentada. Esta semifinal tiene dos caminos: Anaya y Meade vs. AMLO, pegándole fundamentalmente al primer lugar hasta que uno de los dos se despegue, o Anaya vs. Meade pegándose mutuamente mientras AMLO espera pacientemente a su rival.

Hasta el momento creo que lo que está ocurriendo es lo segundo. La primera opción, que sería la esperable, particularmente, a la luz de las dos elecciones pasadas, tiene la ventaja de que prepara el terreno para una transferencia relativamente sencilla del voto útil contra López Obrador una vez que se defina quien es el segundo lugar.

Sin embargo, eso no está ocurriendo, pudiendo enfocarse en agudizar el combate contra AMLO, capitalizar las declaraciones de Vargas Llosa, cuestionarlo más severamente por Napoleón Gómez Urrutia y Elba Esther, entre muchas opciones más para atacar al tabasqueño, en las últimas dos semanas las campañas de Anaya y Meade se han enfocado en combatirse los unos a los otros. Con la (extremadamente endeble) acusación de lavado de dinero de un lado o la de desviaciones de la Sedatu y Sedesol del otro, los ataques de las últimas semanas han ido en sólo dos direcciones, de PAN a PRI y de PRI a PAN, sin causarle mayores molestias a Morena.

Y aquí es donde existe una posibilidad de cambios en el plan de vuelo de la elección. El intercambio de acusaciones entre la campaña de Anaya y la de Meade ha sido sumamente fuerte, particularmente contra el panista, lo cual genera un enorme desgaste y, de continuar así, hace más complicado el traspaso del voto útil una vez que se defina un segundo lugar frente a AMLO.

No es imposible, pero sin duda más complicado que en cosa de dos meses, por ejemplo, el PRI pase de llamar a Ricardo Anaya lavador de dinero, a operar a su favor y pretender que parte de su electorado lo siga. Y lo mismo en sentido contrario respecto a Ricardo Anaya en favor de José Antonio Meade.

Repito, lo que ha venido pasando no hace imposible la transferencia del voto útil, pero sí la dificulta. Y también conduce a una pregunta sobre la que (al menos para muchos) era la premisa básica de esta elección, ¿PRI y PAN aún están decididos a apoyarse en la etapa final de la elección en contra de AMLO? ¿O alguno de ellos empieza a ver con mejores ojos a un López Obrador descafeinado que ha descartado una casería de brujas?

Veremos cómo se mueven las cosas. Pienso que aún estamos en el primer tercio de una carrera que, como un maratón, demandará de los corredores más que velocidad, resistencia. Sin embargo, en esta carrera que es la política mexicana, a diferencia de un maratón, todo puede pasar.

 

Por Eduardo Ancona Bolio*
eduardoanconab@hotmail.com

* Estudiante de Derecho y aspirante a diplomático con Ítaca en la mente

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