La Plancha será “un oasis”

Los desarrolladores inmobiliarios se han apoderado de las directrices del crecimiento urbano de Mérida, lo que ha ocasionado el crecimiento desordenado de la ciudad, que amenaza con convertirse en una plancha de concreto sin criterios de sustentabilidad ambiental ni social, con un índice de desocupación de vivienda del 20 por ciento. Ante ello, proyectos impulsados por la sociedad civil como Gran Parque La Plancha representan esquemas de participación social que pueden dar viabilidad urbana y contrarrestar el caos, afirmó el arquitecto Arturo Carrillo Sánchez.

El integrante del colectivo ciudadano que impulsa el Gran Parque La Plancha afirmó que en Mérida hace falta espacios verdes mejor distribuidos y una correcta planeación urbana que evite que los intereses económicos de los empresarios de la construcción afecten el modelo de desarrollo de la ciudad.

–¿Cuál es el riesgo de seguir con este modelo de desarrollo en la ciudad de Mérida?

–El caos, ése es el problema al que nos vamos a enfrentar si no tenemos un desarrollo urbano planeado. El desarrollo urbano de Mérida se ha dado a partir de la especulación inmobiliaria, es decir, los grandes desarrolladores de vivienda compran tierras, fundamentalmente ejidales, a precios muy bajos y posteriormente demandan al municipio el equipamiento urbano, que es vialidades e infraestructura, pero esa infraestructura es en función de los intereses económicos de estos desarrollados. Sentimos que hacen faltan grandes parques que estén en función de una planeación urbana y no en función de una especulación de desarrollo urbano.

Esto se ha generado desde 1980 para acá. Antes de los 80, desde 1940, el desarrollo urbano estaba en manos del Estado, el Estado era el que creaba las zonas habitacionales y tenía una planeación bastante aceptable, porque entregaba los fraccionamientos, no solo con casas y calles como los entregan actualmente los desarrolladores, sino con todo el equipamiento como jardines hechos, no espacios de donación como entregan ahora que es pura piedra, sino jardines hechos, escuelas, centros de reunión comunitaria, dispensarios médicos, infraestructura deportiva, es decir el Estado entregaba fraccionamientos completos, habitables, que ofrecían una calidad de vida bastante buena incluso para las clases medias bajas. Eran casas chicas, pero con una calidad del espacio urbano bastante buena.

Eso desapareció cuando el Estado se fue adelgazando, entra el neoliberalismo y quedaron en manos de los desarrolladores en todo el país las políticas de desarrollo urbano, y desde luego a los desarrolladores no les interesa la calidad del espacio urbano, lo que les interesa es ganar más dinero. Entonces adelgazan las banquetas, quitan áreas verdes y no construyen equipamiento urbano y son planchas enormes de asfalto, y además aquí en Mérida con la agravante de que ni siquiera han cumplido con los planes de construcción y desarrollo de vivienda, por ejemplo, Francisco de Montejo es un fraccionamiento de 6 mil viviendas que en cinco años se desarrolló la vivienda que se tenía programada para los próximos 40 años, pero en cinco años se desarrolló todo eso.

Hay una ambición y un apetito feroz de los desarrolladores por generar más recursos y porque Mérida sigue siendo una ciudad muy rentable para la compra de bienes raíces, es decir, gente de todo el Sureste compra predios, ya sea terrenos o casas, como inversión, no para vivir, eso es un aliento para esos desarrolladores. Prácticamente todo lo que construyen lo venden, aunque no se ocupa, hay una tasa de desocupación de 20 ó 25 por ciento.

–¿Qué acciones se requieren? ¿Cuáles son los retos como ciudad?

–En México y muchos lugares la historia de los planes de desarrollo urbano es algo así como la historia del fracaso, siempre hay forma de saltarse los lineamientos y la presión comercial es muy fuerte.

Por ejemplo, Ciudad Satélite en la Ciudad de México fue un intento de poner un límite al crecimiento urbano, pero el solo hecho de construir una vía de Ciudad Satélite con la Ciudad de México absorbió el crecimiento hacia allá, lo aspiró, pasa lo que pasa con la carretera a Progreso, se va edificando en los linderos de la carretera y se va urbanizando toda esa área posteriormente hacia los lados. Es muy difícil detener eso.

Lo que hace falta es la participación social, es decir, la ciudad no es del ayuntamiento, no es de los desarrolladores, la ciudad es de todos, y todos tenemos responsabilidad. Todos vivimos en la ciudad y todos debemos estar pendientes, si los gobiernos no llevan a cabo esa tarea, la sociedad civil es la única instancia dinámica, con ideas frescas, que puede impactar en el desarrollo de la ciudad y así es como se está viendo.

El proyecto del Gran Parque La Plancha es ahora el más importante del Centro Histórico, es producto de una participación social amplia: academia, centros de investigación, organizaciones civiles, los tres niveles de gobierno, junta vecinal, todos estamos participando y con esa bandera se tienen que construir la ciudad y los grandes proyectos. El destino de la ciudad debe estar en manos no del presidente municipal en turno, sino de todos los meridanos, necesitamos tener esa cultura.

–¿Qué va a aportar a la ciudad el Gran Parque La Plancha?

–Rescate de flora endémica, espacio de convivencia social. Hay logros que van a ser tangibles, como un área verde de 28 hectáreas que va a ser predominantemente con plantas nativas, plantas medicinales; en la infraestructura está contemplado un museo del henequén, pero ese museo no está por casualidad, ese espacio es la ex estación de ferrocarriles de Mérida.

Una de las bondades de este proyecto es el rescate no solo del área verde, sino el rescate de la memoria histórica, en la ciudad donde vivimos hay áreas que tienen espíritu de lugar y hay áreas que no lo tienen, y está también comprobado a través de muchos estudios, que la gente cuida más su ciudad, la gente se involucra más en los procesos y tiene una mejor calidad de vida si se identifica con los espacios que habita. El identificarse con los espacios genera una identidad colectiva, ¿Por qué vamos todos al Monumento a la Patria cuando gana o pierde México? Es un espacio de identificación colectivo.

Lo que va a ser La Plancha es rescatar esa memoria que tenemos todos en la cabeza, que es la ex estación de trenes que tiene muchas implicaciones, si hay algo importante en Yucatán es el henequén y ése era el centro neurálgico de la distribución y el comercio. Sin esa infraestructura ferroviaria no hubiésemos podido explicar el auge; entonces, está íntimamente vinculado el henequén a la estación de trenes. Es rescatar todo lo que significó para Yucatán esa época del henequén, que todos los yucatecos lo tenemos en la cabeza.

Si ahí borramos y ponemos una plaza comercial que se llame Siglo 2045 ó si ponemos un desarrollo hibrido, por muy bueno que sea como el de Vía Montejo –que tenga comercio, vivienda, centros laborales–-, acabamos borrando la memoria histórica, borramos los vestigios y desaparece ese testigo de la memoria y con ellos se va erosionando la identidad que tenemos con ese lugar y deja de significarnos algo. Entonces se trata de recuperar también la memoria histórica del lugar, ése será otro de los valores intangibles que va a tener La Plancha.

–¿Cómo va el proceso para que sea una realidad?

–Después del forcejeo inicial que lleva 4 ó 5 años, se llegó a un consenso, que es: no hay otra vía que participemos todos, pero necesitábamos una instancia que no fuera juez y parte, que arbitrara y llevara de la mano este proceso para ver qué íbamos a hacer, y esta instancia se llama el Programa Universitario para Estudios de la Ciudad (PUEC) de la UNAM; es sin lugar a dudas el organismo que tiene más experiencia profesional para desarrollar este tipo de proyectos, no sólo el plan maestro sino el proceso de diálogo entre las partes.

Este proceso de diálogo ya pasó, el plan maestro ya está listo y se va a presentar por ahí del 15 de abril en la ciudad de Mérida y lo interesante es que pudimos lograr que no sólo fuera una intervención en el área comprendida de los terrenos, sino en derredores, un plan maestro que dice cómo se van a vincular esas 28 hectáreas con el resto de la ciudad, cuáles van a ser los ejes de entrada, de salida, qué ejes vamos a modificar; por ejemplo, vamos a conectar Paseo de Montejo con el parque de La Plancha a través de la calle 43, crear un eje verde ahí que posiblemente sea peatonal. Y para las vías que están en desuso, la propuesta del plan maestro es crear andadores urbanos verdes para ciclovías, posiblemente para un tranvía eléctrico, a fin de recuperar todo ese espacio. Es un plan maestro que toma en cuenta no solamente los terrenos, sino la vinculación.

–¿Cuáles son los plazos?

–Todavía no hay fechas límites, se tendría que convocar a un concurso con las bases del plan maestro y todavía no estamos pensando en eso. Probablemente el concurso se lleve a cabo este año, pero es improbable que la obra se entregue antes de que termine el sexenio de Rolando Zapata, por la misma magnitud de la obra. La organización del concurso tiene que ser con unas bases muy trasparentes, es decir, cuidar todo el proceso y después necesitamos financiamiento para desarrollar y con este tipo de proyectos de participación social sostenible hay recursos nacionales y mundiales hasta de la ONU, hay que buscar los fondos, hay que armar la careta y eso lleva su tiempo, pero lo más valioso de todo es la participación social amplia.– José Villegas

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.