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El dato clave lo ofrece hoy Jonathan Ruiz, director de información económica del periódico El Financiero, a través de la entrega “Empresarios abusadores” que publica hoy Punto Medio: el presidente López Obrador ordenó una reducción de impuestos a la gasolina en marzo, y sin embargo, de acuerdo con el Inegi, ése fue el rubro que más incrementó la inflación.

A diferencia de otras ocasiones, esta vez las sospechas del Presidente vienen fundadas por una institución que sólo sabe trabajar con frío aliento de los números. Por ello, si el precio de la gasolina se mantiene o sube, a pesar de los estímulos, es probable que algunos empresarios se están aprovechando. Al menos, en esta ocasión, el Presidente no habla por hablar.

De esta forma, a la manera de los supermercados administrados por gobiernos estatales, la idea de generar gasolineras administradas a nivel federal que sí respeten los precios y sí ofrezcan litros completos, no suena una idea mala en absoluto para el consumidor, siempre y cuando, las prácticas privadas no se repitan en la nueva modalidad.

Éste debería ser un último llamado de atención para los gasolineros corruptos que hacen negocio con un bien necesario para el desarrollo del país, pero que sobre todo impacta directa e inmediatamente en el bolsillo de todos nosotros.

Si ya se combate el robo de combustible de los ductos de Pemex, no vemos por qué se tienen que seguir permitiendo el huachicoleo de nuestra cartera cada vez que se carga el tanque del automóvil o se sube al camión.

Lamentablemente, la corrupción no sólo existe en las prácticas gubernamentales. Es importante tenerlo en cuenta.

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