La Serpiente Lunar llena de magia y luz a Chichén Itzá

El castillo de Chichén Itzá registró la madrugada de ayer un fenómeno arqueoastronómico de belleza indescriptible: la bajada de la Serpiente Lunar, descubierta el 5 de abril de 1993 por el arqueólogo mexicano Víctor Segovia Pinto y el matemático Eddie Salazar Gamboa. La magia que se percibía en el lugar, gracias al intenso color plata que bañaba la zona arqueológica de Chichén Itzá, aumentó con la llegada del sacerdote maya Tiburcio Can May, quien a las 2:30 horas inició un ritual para pedir permiso a Uh (la Luna), los aluxes y otras deidades de esa cultura milenaria.

“Fueron tan generosos que abrieron sus brazos para recibir bendiciones y darnos permiso para ver el descenso de la Serpiente Lunar, pero a cambio nos pidieron hacer un llamado a la humanidad: que luchen por la paz”, dijo a Efe el sacerdote, quien el próximo 17 de diciembre viajará a Rusia para recibir el Solsticio de Invierno que se registrará el 21 de ese mes.

Ataviado de blanco, con paliacate rojo y mandil de rayas azules, a la usanza de los mayas macehuales, Tiburcio emprendió un ritual hacia los cuatro puntos cardinales, con aluxes y jaguares de madera, así como velas de colores y bebidas para los dioses servidas en pequeñas jícaras.

El olor a copal inundó la alfarda noroeste del Castillo de Chichén Itzá, donde la Serpiente Lunar llegó, cautivando a algunos custodios del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y unos pocos turistas de Australia, Estados Unidos y México.

“Me siento privilegiado de estar aquí en Chichén Itzá, conociendo un fenómeno arqueoastronómico del cual poco se sabe en el mundo. Es sorprendente, maravilloso y hermoso”, contó a Efe Thomas Good, originario de Adelaide, Australia, acompañado de su familia.

Texto y foto: EFE

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