Legalizar entrega de tarjetas en campaña, una mala idea

EL PASADO 28 DE DICIEMBRE DE 2017, Día de los Santos Inocentes, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) sostuvo que al Instituto Nacional Electoral (INE) se le fue la mano: no está facultado para prohibir el reparto de tarjetas en campañas electorales, tal y como había ocurrido en el Estado de México y Coahuila. ¿Parecía broma? No lo fue.
“El Consejo General del INE se extralimitó en el ejercicio de sus atribuciones reglamentarias”, declaró sobre el tema el magistrado José Luis Vargas, de acuerdo con Excélsior.
El conflicto empezó meses atrás, cuando el PRI empezó a repartir “tarjetas rosas” en los mencionados estados del centro y norte del país durante las campañas del verano de 2017.
El INE frenó aquellas entregas. Cambió el reglamento y estableció como inválido repartir tarjetas bancarias como promesa para recibir dinero a futuro. La razón parecería sensata: es propaganda que no parece propaganda. Huele a otra cosa.
Hasta allá los antecedentes. La noticia ahora es que ayer, en la primera sesión extraordinaria del año, el Consejo General del INE aceptó la decisión del Tribunal, lo que levanta suspicacias y calificativos entre analistas e intelectuales: ¿verdaderamente se está legalizando de facto la compra de votos? Al menos eso es lo que Esteban Illades, columnista de Milenio, ha afirmado en Twitter.
Entrevistado vía telefónica, Juan Pablo Galicia, analista político y catedrático, no está del todo de acuerdo con esa percepción.
“No me parece que la sola resolución y las solas tarjetas sean suficientes para poder afirmar que se está legalizando la compra de votos, porque no se podría depositar sin que quede constancia en el sistema electrónico […] sería muy fácil de comprobar […] pero no deja de ser (sospechoso) que estén entregando la tarjeta con la cual te están asegurando (dinero) apenas ganen”, declaró.
A su vez, el también autor de la columna “Cuarto de guerra”, publicada los lunes en Punto Medio, comentó que no considera que el documento bancario pueda servir para comprar votos de una manera tan directa y burda, aunque sí advirtió que las tarjetas pueden servir para engañar en comunidades rurales en el marco de las próximas campañas federales.
“En zonas muy pobres, […] te dejo una tarjeta y te digo: <<ya que gane, te voy a depositar aquí>> […] Es una manera cínica de mantener a las personas pobres ancladas a este sistema clientelar de compra de votos, pero además de mantenimiento y fidelización por medio de éstas […] Efectivamente,  las tarjetas no sirven para comprar votos de manera directa, pero sí sirven para que un votante […] sí tenga o sienta este compromiso de que debe de votar porque finalmente lo que él quiere es comer, y la tarjeta le está representando la posibilidad de que le depositen […]”, concluyó.
 Texto: Alejandro Fitzmaurice
 Foto: Cortesía

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