Los callos, aliados cuando haces deporte

Su razón de ser ha sido muchas veces socavada por la estética. Pero el callo es un mecanismo de defensa de la piel para evitar las ulceraciones y las heridas que provocan las presiones y los roces repetitivos y prolongados sobre algunas partes del cuerpo, explica el doctor Eduardo Fonseca, especialista en dermatología.

Y, como explica Ricardo Ortega Sánchez en su libro “Medicina del ejercicio físico y del deporte para la atención a la salud”, los callos no siempre son perjudiciales. “En algunos deportes como la gimnasia, la carrera, los bolos, el golf o el tenis, pueden ser ventajosos”, escribe el experto.

Así que, aunque nos cueste creerlo (o nos parezcan feos), no siempre hay que evitarlos. Pero, ¿cómo identificar los callos “buenos” de los callos “malos”?

Generalmente los callos surgen de forma progresiva.

En términos médicos, son una hiperqueratosis: un engrosamiento de la capa externa de la piel que busca protegerse de un estímulo constante.

“Son un mecanismo de adaptación frente a un estímulo que tiene el riesgo de dañar a nuestra piel”, dijo el doctor Carlos de Teresa Galván, miembro de la Junta de Gobierno de la Sociedad Española de Medicina del Deporte.

Y, para Galván, todos en cierta medida son aliados de los deportistas porque les alerta sobre algo en su performance que no están haciendo de manera idónea y que deben cambiar. Según el especialista, hay que estar sin embargo alertas a un callo que no corresponde a los puntos normales de apoyo del pie, que son la cabeza del primer y del quinto metatarsiano en la planta del pie y en el calcáneo.

Mientras que en el caso de la mano, puede ser una señal de que hay algo mal con la forma cómo se está sujetando la raqueta o cómo se está agarrando el timón de la bicicleta. “Desde ese punto de vista podríamos prevenir un callo en un área no deseable y para ello hay que procurar que el gesto deportivo sea lo más adecuado posible y que la distribución de las presiones que tengamos sean también las más adecuadas posibles”, explica Galván.

“El callo es un punto de referencia para saber cómo está siendo la dinámica de nuestro movimiento”, destaca.

Por eso, para Galván, hay que prevenir los callos que no nos protejan frente a “un estímulo normal, ya sea sujetar la raqueta o correr”, es decir, los callos en zonas que “no deberían estar estimuladas”.

Pero si uno juega tenis o corre frecuentemente, lo normal es que las palmas y plantas de la mano y del pie tengan zonas con mayor queratosis que otras, pues se trata de un mecanismo de protección.

“El callo no se debe quitar. Sólo se tiene que eliminar cuando produce daño, cuando causa algún tipo de sintomatología como el dolor”, indica Galván.

“En ese caso, la hiperqueratosis que se produce, es decir, el aumento de la densidad en esa zona, ha alcanzado una magnitud que nos produce síntomas y hace que el movimiento deportivo (que involucra esa parte) no vaya a ser el adecuado”.

Notimex

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