Carlos, José y Ana encabezan el gremio La Bajada, que año con año agradecen a la Virgen de Guadalupe la protección que les da, con la tradicional peregrinación, vaquería, y una misa en la iglesia de San Cristóbal
Durante tres generaciones, los integrantes de la Familia Cervera se han destacado por el amor y devoción a la Virgen de Guadalupe y se puede afirmar que su vida gira en torno al santuario de la Morenita en San Cristóbal.
Carlos Cervera Dzul nos recuerda que su abuelo, Jose del Carmen, en tiempos del padre Crescencio Cruz, fue Sacristán en esta Iglesia, donde su padre, Carlos Cervera Garcia, fue custodio y servidor de la Virgen, mientras que él y su madre, la Ana Bertha Dzul Ciau son los presidentes del gremio “La Bajada”, que se caracteriza por la magna vaquería que se organiza en tan grata ocasión.
“Fue mi familia quien tuvo esa iniciativa, y a sugerencia de mi tía Carmen, todos aportaron dinero para contratar en esa primera ocasión a la orquesta de Carlos Campos, que ya falleció y quien era también muy devoto de la Virgen de Guadalupe”, comentó Carlos, quien nos recuerda que sus padres se conocieron en una peregrinación de la Virgen.
“Mi papá trabajaba en una tienda por el rumbo de la calle 42 y fue en la peregrinación, la de la colonia Santa Rosa, cuando conoció a mi mamá, y la invitó a ir a San Cristóbal”, recordó. Destacó que la clave para que sus padres estén juntos muchos años, es el respeto y la comprensión mutua.
“El a veces acompañaba a mi mamá a hacer cosas que tal vez no le gustaban mucho, pero lo hacía por el amor que le profesaba, y eso era mutuo, y así fue hasta que en febrero del año pasado mi padre falleció por secuelas de covid”, detalló.
Debido a esta situación, el año pasado por primera vez en muchos años, no prepararon el tradicional mucbipollo, pues de acuerdo con las creencias, si un familiar muere hay que esperar un año para elaborarlo, ya que de lo contrario no se cuece bien y queda aguado, además de que a la persona fallecida se le causa un pesar, es como si se estuviera haciendo “Tomoxchí”, que se vaya otra personas.
“Eso no quiere decir que no se puede comer, y compramos el año pasado, ahora ya tenemos los ingredientes para prepararlo, ya tengo en el congelador el espelón”, dice Carlos, quien presume de la buena mano que tienen él y su mamá Ana Bertha, para que el pib les quede en su punto.
“Ese día nos levantamos, desde las seis de la mañana para comenzar a prepararlos y a las doce en punto del día primero, se pone en el altar, junto con chocolate y su pan dulce. Esta celebración es muy importante porque es como decirles a las ánimas que vengan a comer, es un significado muy profundo, muy diferente a pintarse la cara de blanco y negro, ya que debe servirse todo caliente, para que el aroma que despiden los alimentos sea el que les llene, por ello todo debe estar fresco, sin faltar las velas para que guien su camino y por supuesto hacer un rosario o al menos una oración mencionando el nombre de nuestros difuntos”, explicó.
Finalmente, Carlos invita a todos los creyentes, para acompañarlo en una edición más de su tradicional peregrinación a San Cristóbal, para la bajada de la Virgen ell domingo 6 de noviembre.
“Nos vamos a reunir a las 12 del día, en la esquina del Timbiriche, en la colonia Azcorra, y a las dos de la tarde debemos de llegar al Santuario, para escuchar la misa de la Bajada y después a las cuatro, nos vamos de vaquería con la orquesta de Miguel Colli, que fue fundada por Victor Soberanis”, puntualizó.
Texto y fotos: Manuel Pool