Lugar en llamas

Jhonny Eyder Euán
jhonny_ee@hotmail.com

Soy un viajero nómada desde hace unos años y hoy estoy en Mérida, una ciudad con bellezas arquitectónicas, cultura y algunas razones para no quedarse por mucho tiempo. Llevo el trabajo en una laptop que compré en mi natal Madrid y que casi pierdo en una cafetería de la Ciudad de México, la famosa capital con más de 8 mil millones de habitantes.

Ayer estaba en Monterrey, otra de las ciudades mexicanas más importantes. Es un lugar muy conocido que tiene dos escenarios distintos. Por un lado, está la opulencia y en el otro la escasez.

La mayoría de las grandes urbes poseen ambas caras; indigentes, calles sucias y robos en un sector, mientras que en el otro predomina la seguridad, el privilegio y personas con zapatos que valen más que un mes de trabajo con salario promedio en México. 

La situación parece ser más equilibrada aquí en Mérida, aunque hay cosas que son mera apariencia. Desde hace mucho tiempo he leído en la prensa y medios digitales que la capital yucateca se distingue por la seguridad y calidad de vida que ofrece. Es cierto que, en comparación con otras ciudades, es acogedora para vivir si no te importa el calor de la región. Sin embargo, tampoco es perfecta.

Siendo extranjero he recibido un buen trato, aunque no puedo decir lo mismo de los demás ciudadanos. A muchas personas no las tratan tan bien como a turistas o visitantes nacionales. He notado esa desigualdad en restaurantes, plazas comerciales y lugares públicos.

No me gusta que me hagan parecer mejor que otra persona sólo por tener un aspecto diferente o una nacionalidad europea. Es por eso que le perdí la confianza a Mérida como uno de mis destinos para trabajar. En general, le perdí la confianza a México, un lugar con múltiples beneficios y sitios maravillosos para viajeros nómadas, pero que también tiene muchos problemas sociales.

En el resto del mundo no se le ve con buenos ojos a un país donde la discriminación sigue latente como un cáncer. Eso sin contar los conflictos con la delincuencia y la terrible inseguridad que se vive en sus entidades.

Ayer en Monterrey estuve en las calles donde hay muros tapizados con fotografías de mujeres desaparecidas, vi la angustia y desesperación que ha ocasionado el desabasto de agua en Nuevo León. También estuve en centros comerciales donde niños no se gastaron el café de Starbucks y prefirieron tirarlo a la basura o dárselo a sus madres, mujeres que andaban cargadas de bolsas de compra de Gucci, Chanel y Louis Vuitton.

La confianza es algo que le tenemos a una persona, situación o un lugar. Yo confiaba en Mérida, Monterrey, Guadalajara, Cancún y las otras ciudades de México. Estaba muy cómodo llegando para trabajar, sin embargo, mi perspectiva cambió cuando comencé a salir a las calles, ahí me encontré con la verdadera realidad de un país que hace mucho tiempo que se encuentra en llamas.