Mamás

Por Mario Barghomz

¿Dónde comenzó todo? ¿Con quién comenzó todo?

Si hablamos de principios (humanos y cósmicos) todo comenzó con la madre. La Madre Tierra, por ejemplo, que es el principio de la vida y el género humano. Todo sobre ella nace y renace, generación tras generación desde el principio de los tiempos.

¿Pero qué había antes de la Madre Tierra…? ¡Nada! (Caos –dicen los griegos-). Y a diferencia de otras culturas, la griega, que es nuestra cultura madre para los Occidentales, ve en el principio no a un hombre, no a lo masculino como fuerza generadora de la vida a partir de los dioses (o de Dios en la cultura judío-cristiana), sino en lo femenino de donde nació todo.

Para la cultura griega es Gea (la Tierra) la madre de todo. Gea –dice el mito- nació por sí misma, y de ella luego nació Urano (el Cielo), no sin la energía de Eros (el Amor). Son éstas las tres entidades primarias de donde después se derivó todo.

Pero es la diosa Gea, que luego tendrá un hijo con Urano, llamado Cronos (el Tiempo), la generadora y principio de toda vida sobre el planeta; nuestra diosa madre.

Y como ella habrá también otras madres significativas para nuestra cultura: Afrodita, diosa del amor y la belleza, madre de Eneas el príncipe troyano fundador de Roma, de Hermes el mensajero, y Harmonía, que representa al amor, el equilibrio y el orden; al igual que Leto, diosa de la noche y el día, madre de Apolo, dios del sol, la belleza y la música. Madres y mujeres que sin ellas, según el mito, la vida no sería lo que es ni como la conocemos.

De estas mamás es como la vida, el amor, la belleza y la armonía del mundo han pasado de generación en generación hacia nosotros. Sin Gea (nuestro planeta) la raza humana simplemente no existiría. Y sin amor, que es lo que mueve al ser humano en su empatía y relación con los otros, sin la belleza y la armonía que hoy usamos como herramientas del alma en nuestra existencia: ¿qué haríamos?

Madres progenitoras, míticas, defensoras y tutelares de lo que como mujeres representan. Su legado (su Gen) está hoy en cada una de nuestras madres modernas. Mamás que así como han aprendido a tener hijos, también han sabido protegerlos y guiarlos. Y no pocas veces en sacrificio de su propia persona. Mamás que con el tiempo también se convierten en abuelas para seguir prodigando cariño y extendiendo su gracia en el apego hoy tan necesario en el desarrollo de un alma humana.

La gestión de la vida no puede entenderse sino a través del embarazo de una madre. ¡Qué milagro más grande! ¡Qué proeza creativa la del ser humano; la de la madre, la de su virtud de ser y extender, sin duda, la voluntad de Dios!

Y mientras la vida siga (¡como sea!) las mamás siempre van a estar aquí, pariendo crías, alimentándolas y luego educándolas en el gran y hermoso trayecto de nuestro devenir humano.

¡Mamá!; qué gran palabra y qué término tan significativo, qué gran tarea y enorme responsabilidad.

¡Felices días por siempre, mamás!

(Dedicado a mi madre que ya no está).

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