Manto de Turín, prueba milagrosa

Este es un tema muy sonado pero muy poco conocido: el Manto de Turín es conocido también como la Sábana Santa o Síndone, y se le considera un monumento histórico que prueba la existencia del único hombre-Dios que resucitó
después de la muerte, es decir, Jesucristo.

El Santo Manto o Sábana Santa, que una sólida y sustentada tradición señala como el manto que envolvió el cuerpo del Señor Jesús, es una fina pieza de lino de 3 pies y 7 pulgadas de ancho y 14 pies y tres pulgadas de largo (exactamente 8 por 2 cubits, la antigua medida usada en Israel).

El manto lleva la imagen detallada del frente y la espalda de un hombre que fue crucificado de manera idéntica a Jesús de Nazaret según describen las Escrituras.

El manto está en Turín, Italia, desde 1578 y es puesto a exposición pública aproximadamente una vez por cada generación.

La última exhibición previa a la extraordinaria que se viene realizando como preparación al Jubileo tuvo lugar en 1978, y en cinco semanas, aproximadamente 3 y 1/2 millones de peregrinos la visitaron.

Con el fin de determinar el modo en que la imagen se imprimió en la sábana, más de 1,000 investigaciones científicas de las más diversas especialidades han sido realizadas y se le han tomado 32,000 fotografías.

Estas investigaciones han hecho de la Sábana Santa la reliquia más estudiada de la historia. Los médicos, los primeros estudiosos del negativo del Hombre de la Síndone.

Durante milenios los hombres habían observado la Sábana Santa, a ojo desnudo. Las manchas de sangre, identificadas a veces como tales, indicaban que el Hombre de la Sábana había sido azotado y maltratado de pies a cabeza, sus
manos y su costado derecho habían sido perforados. Algunos decían que era una “pintura” de Cristo. Pero al ver el negativo, se comprendió que no podía ser una pintura (nadie podía pintar un negativo, y ni siquiera, antes del siglo XIX, nadie tenía la idea de qué podía ser un negativo. Veremos más sobre este tema más adelante).

En París, Yves Delage, eminente médico de fama internacional, estuvo estudiando el negativo de la Sábana Santa, copia del tomado por Secondo Pia.

Le ayudaba Paul Vignon, un biólogo también muy competente.

Trabajaban con ayuda de una lupa y, a veces, con un microscopio.

Después de año y medio, habían avanzado mucho y el doctor Delage pudo dar una conferencia, el 2 de abril de 1902 en
la Academia de Ciencias. Delage era un ateo notorio, y además un sabio simpático.

Pensaba que si el pueblo se liberaba de su fe religiosa se produciría un gran desarrollo científico, habría más bienestar y más tolerancia.

Su conferencia había atraído a numerosos ateos y antireligiosos que esperaban que Delage desbaratara esta nueva
superchería, que creían montada por la Iglesia alrededor de la Sábana de Turín.

La sala estaba abarrotada de público.

Delage habló un rato, explicando que el Hombre de la Sábana había sido crucificado, azotado, coronado de espinas,
clavado de manos y pies y herido en su costado. La sangre era real, las heridas también lo eran. La sala guardaba un silencio expectante, cuando Delage dijo: “El Hombre de la Síndone es Cristo”.

En ese instante se levantó un murmullo de desaprobación que fue creciendo, y al poco rato un público atento se había transformado en una masa enfurecida, que le acusaba de traición y levantaba los puños amenazantes.

Delage tuvo que salir apresuradamente por la puerta trasera, para evitar la agresión, mientras el Secretario de la
Academia (Marcelin Berthelot), que siempre había sido muy amable y hasta untuoso, con la cara desencajada y la voz alterada y chillona le decía: “Monsieur Delage, asumo la responsabilidad personal de que en las Actas de esta Ilustrísima Academia no quede constancia del nombre que Ud. ha pronunciado relacionándolo con la tela de Turín”.

Delage, al llegar a su casa, se puso a reflexionar.

Nunca hubiera dicho que sus correligionarios estuvieran tan cerrados a la verdad, y fueran tan fanáticos. Fue descubriendo que él era uno de los pocos ateos ponderados y razonables.

Poco después declaró:

“…Se ha hecho innecesariamente una cuestión religiosa de un tema que, de por sí, es meramente científico, con el resultado de que las pasiones se han avivado y la razón ha sido desviada. Si se hubiera tratado de Sargón, de Aquiles, o de un faraón, a nadie se le habría ocurrido poner objeciones… Al hablar de este tema he sido fiel
al verdadero espíritu científico, buscando tan sólo la verdad, sin preocuparme lo más mínimo si con eso podía perjudicar los intereses de alguna ideología… Yo reconozco a Cristo como personaje histórico y no entiendo porqué hay personas que consideran escandaloso el hecho de que sigan existiendo huellas materiales de su vida…” (Revue
Scientifique, 12/4/1902).

Muchos médicos ilustres, franceses, alemanes, ingleses, italianos, norteamericanos…siguieron estudiando la Sábana Santa, en su negativo fotográfico.

En 1931 el fotógrafo Giuseppe Ernie tomó nuevas fotografías, que, como la técnica había mejorado mucho desde los
tiempos de Secondo Pia, permitieron estudios mucho más precisos y reveladores.

Entre ellos mencionaremos los hechos por el francés doctor Pierre Barbet, y por el italiano doctor G. Judica Cordiglia.

Y entre los más próximos a la actual fecha, los de los doctores Robert Bucklin (norteamericano), Hyneck (checo) y
Baima-Bollone (italiano).

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