Marzo, un recordatorio presente

Salvador Castell-González 

El mes de marzo, es el mes que conmemoramos a las mujeres que luchan por la igualdad y justicia de género, es el mes que nos acordamos de que el agua es un recurso importante para todas las personas, pero el mes de marzo también nos recuerda lo pequeños que somos dentro del universo conocido llamado naturaleza.

En primero lugar, el 11 de marzo del 2011, ocurrió una catástrofe en Japón, un terremoto de 9.0 grados en la escala Richter, proporcional a la fuerza que generaría la explosión de 240 millones de toneladas de dinamita. Es el cuarto terremoto más poderoso registrado desde que se lleva registro, teniendo la misma magnitud que los terremotos de Kamchatka (Rusia) en 1952, Arica (Chile) en 1868, Lima (Perú) en 1746 y en el año de 1700 en la región Cascadia, ubicada entre las placas Juan de Fuca y la del Pacífico, frente a las costas de Canadá y Estados Unidos.

Este terremoto fue una catástrofe excepcional no sólo por la fuerza del evento en sí y el Tsunami que lo acompañó, sino fue complementado por una catástrofe ambiental que al día de hoy sigue afectando a la región, la fractura del reactor de la planta nucleoeléctrica de la ciudad de Fukushima, que vertió cerca de 1.2 millones de litros de agua utilizada para enfriar el reactor en el océano Pacífico. 

Esta decisión puso en alerta al mundo entero por el riesgo de contaminación de un acto sin antecedentes y la probabilidad de que se volviera un problema planetario la liberación al medio de tal cantidad de agua contaminada.

Hoy en día, 12 años después, las pesquerías en las regiones cercanas a la zona cero sigue estando prohibida, principalmente es especies filtradoras como mejillones y otros bivalvos, ya que por su proceso de alimentación acumulan los residuos de material radioactivo en su tejido.

Este tremendo accidente del 2011, ocasionó dentro de lo no tan malo el proceso de transición de la energía nuclear a las energías menos riesgosas y en los países desarrollados se aceleró, suspendiéndose de manera gradual la operación de las plantas nucleoeléctricas de Europa y otros países de primer mundo.

Hoy, está en discusión si la suspensión de las energías nucleoeléctricas fue la mejor decisión, ya que también se tuvo que compensar parte de la producción con energía proveniente de la quema de combustibles fósiles y aceleró en parte el proceso de acumulación de gases de efecto invernadero y el calentamiento global que hoy sufrimos.

Por otro lado, el 13 de marzo de hace tres años, se registró el primer caso de covid-19 en Yucatán, siendo el inicio de esa historia tan impactante para todo nosotros, el encierro generalizado y la recesión que tanto está costando dejar atrás de la pandemia.

Pero es importante entender y aprender de lo que ocurre, es una demostración de que somos una ínfima parte dentro de la naturaleza y que debemos trabajar en nuestra resiliencia. Debemos trabajar en nuestra resiliencia personal mejorando nuestro estado físico y mental, trabajando desde adentro hacia afuera, de manera comunitaria y solidaria.