La aprobación de la iniciativa de Ley Energética del Ejecutivo federal traería como consecuencias un fuerte golpe ambiental, generación de energía muy cara y un impacto negativo en materia de competitividad, productividad y financiera
Un fuerte impacto ambiental, generación de energía muy cara y un impacto negativo en materia de competitividad, productividad y en el ámbito financiero ocurrirá si se aprueba la iniciativa de ley energética del presidente Andrés Manuel López Obrador, contra la que no se tendría la posibilidad de ampararse por tener carácter de Constitucional, advirtió Jorge Charruf Cáceres, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación en Yucatán (Canacintra), quien subrayó que, de esta manera, se estaría dando prioridad a la generación de energía a base de combustibles fósiles sobre la renovable.
—Enviaríamos un mensaje negativo a la inversión privada, lo que generaría fuga de capitales y quitarle productividad al país, a las empresas y esto impacta de manera directa las fuentes de trabajo, generando desempleo. Esta iniciativa busca fortalecer a la CFE a costa de todos los mexicanos —abundó.
Como se recordará, el pasado 1 de octubre el Gobierno federal envió al Congreso de la Unión una iniciativa de reforma constitucional para fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), y asegurar así el suministro confiable a todos los mexicanos, a precios más bajos.
—El gran problema es que el contenido de ese engendro, que no es una reforma, sino mas bien una absurda deformación y destrucción del sistema eléctrico nacional, conseguirá con toda seguridad en caso de aprobarse y entrar en vigor, exactamente todo lo contrario —alertó el presidente de la Asociación Mexicana de Energías Limpias, Raúl Asís Monforte González.
—Nos preocupa mucho que esa pretendida reforma nos lleve al pasado prácticamente y nos ancle allí en una situación que dejamos hace décadas. Ni siquiera es regresar a la reforma de 2013, es regresar muchos años atrás, a una época de estatismo, ineficiencia, precios altos, lo que finalmente se traducirá en baja competitividad de las empresas y de los productos mexicanos en el exterior, lo que sería en verdad trágico para la economía mexicana —manifestó.
La propuesta, continuó, es tan ridícula, que sin mediar absolutamente ningún criterio válido de mercado, económico o de competitividad, contempla que por decreto, al menos un 54% del mercado lo tenga la CFE, y el 46% restante máximo empresas privadas. —Y esto, tiene una lectura perversa porque, al no haber incentivos para que la iniciativa privada invierta como está sucediendo, la proporción podría ser de 100 a cero y está dentro de lo legal —destacó Monforte González.
La única referencia a estas cifras es histórica, ya que hace 61 años, cuando el 27 de septiembre de 1960 el presidente Adolfo López Mateos nacionalizó la industria eléctrica, la CFE aportaba el 54% de los 2,308 MW de capacidad instalada que había en nuestro país, la empresa The Mexican Light and Power Company, el 25%; la American and Foreign, el 12% y otras pequeñas compañías privadas, el 9 por ciento.
—De modo que con esta mal llamada reforma, en lugar de establecer una hoja de ruta que nos lleve clara y firmemente al futuro, estaríamos retrocediendo 61 años —dijo.
El deseo de ambos entrevistados es que no pase esta iniciativa, que ahora está en comisiones legislativas y que luego pasará al pleno del Congreso para su discusión, lo que se estima podría ocurrir en diciembre, por lo que por separado hicieron un exhorto también a los legisladores federales por Yucatán para que la analicen bien. Ambos coincidieron en que votar a favor representaría “un voto en contra del desarrollo de Yucatán”.
—No debe de aprobarse en ninguno de sus puntos, porque es regresiva cuando lo que deberíamos estar haciendo es ver al futuro —señaló Monforte González, quien dejó claro que el tema de las energías limpias será eje central de la competitividad y el desarrollo de los países en las próximas tres décadas, pero además es un eje estratégico para reducir la emisión de gases de efecto invernadero que producen el calentamiento global, y de esta manera alcanzar los objetivos para “descarbonizar” la economía.
—A la reforma de 2013 le faltaron algunos temas tecnológicos que ni siquiera estaban previstos, como el almacenamiento, gestión inteligente, microrredes, block chain, big data, análisis de datos, ciencia de datos y todas aquellas tecnologías que no existían y que ahora, en lugar de ir para atrás, se deberían de incorporar a la legislación para que podamos responder a las necesidades que nos plantea el futuro en materia energética —anotó.
Cabe recordar que la reforma de 2013 que hoy se pretende cambiar fue para abrir a la competencia el sector eléctrico y fortalecer a la CFE dividiéndola en varias empresas subsidiarias, dejándole el mercado completo en las áreas en las que era fuerte o podía competir mejor como transmisión y distribución, mientras que se permitió la participación privada y una competencia sana en generación y suministro básico, y en este último caso, a pesar de que ha pasado 8 años de esa reforma, hoy la paraestatal es la única que puede hacerlo.
—Solo hay competencia en la generación, que es lo que se quiere cancelar ahorita, entonces la CFE sería un monopolio sin ningún órgano independiente que la regule, lo cual es peligroso, porque entonces queda a su discreción qué tipo de energía compra, a qué precio le compra y a quién, lo que seguramente traería corrupción, contaminación, precios altos y muy probablemente escasez y apagones frecuentes —detalló.
Esto último está relacionado con el crecimiento de la demanda de energía, ya que será mayor al crecimiento poblacional, porque los seres humanos cada vez consumen más energía, y más con el crecimiento de los mercados de autos eléctricos, y entonces va a ser imposible que la CFE pueda darse abasto para satisfacer la demanda.
—El principal problema de todo esto es que quienes hoy nos gobiernan se encuentran atrapados dentro de un error que se conoce como la “falacia de suma cero”, que consiste en creer que la ganancia o pérdida de un jugador se equilibra exactamente con lo que pierda o gane otro participante. Esto les lleva a creer, equivocadamente, que si se permite la participación de empresas privadas y éstas ganan una justa utilidad por su desempeño más competitivo, lo que ellas ganen necesariamente lo pierde o debilita a la CFE, y esto es absolutamente falso —explicó Monforte González, quien está convencido de que con esta reforma, en lugar de fortalecer a la CFE, se le debilita porque estaría obligada a comprar energía más cara y mas sucia y al ser el único participante en el mercado ya no habría incentivo para los competidores.
Texto: Manuel Pool
Fotos: Cortesía