Mentir

Mario Barghomz
mbarghomz2012@hotmail.com

Mentir, no ser sincero, honesto, en todo sentido es una acción moral injusta, tanto para quién miente como para quien es engañado. La mentira es prima hermana de la falsedad (sofisma y falacia), de la ausencia de certidumbre y verdad.

Quién miente es un embustero; alguien quien regularmente intenta sacar provecho de la acción inmoral de mentir. La mentira paulatinamente aniquila, somete, enferma emocionalmente a quien decide usarla como costumbre o necesidad existencial.

La mentira es una droga tan letal como el odio o el rencor. Quien la usa una vez lo más seguro es que quede atrapado por la necesidad de volver a mentir. El adicto engaña y se engaña así mismo creyendo obtener un beneficio que en apariencia parece lo mejor, pero que luego (sucede siempre con la mentira y los mentirosos) será peor.

Cuando Melito y su tío acusaron a Sócrates de impiedad (“asebeia”), sabían que mentían. Sócrates fue sentenciado por tal mentira a la cicuta con la que se le ejecutó 30 días después. Pero también y por la exposición de sus acusaciones falsas, Melito y su tío fueron perseguidos y sentenciados también a ser ejecutados. En alguna historia se cuenta que el tío fue prácticamente linchado públicamente en las calles y plaza de Atenas.

Cuando la mentira parece una verdad se llama “falacia” o “sofisma”. Platón usó por primera vez el término “sofista” en uno de sus Diálogos para referirse a los maestros de conocimiento o “sabios” (ya que sofisma se deriva de “sophos”) que engañaban con su dialéctica a los jóvenes. Particularmente se refiere a Protágoras, mismo nombre que lleva uno de sus principales Diálogos.

La falacia –dice hoy Google- “es un engaño o una mentira que se esconde bajo algo, en especial cuando se pone de manifiesto su falta de verdad”. “Es un argumento que parece válido sin serlo” –se lee en Wikipedia-.

A veces la falacia es intencional, dicha con el ánimo de persuadir o manipular. Sin embargo; el pensamiento, la idea o la opinión falaz; también puede darse por ignorancia. Es este lenguaje falaz (mentiroso) el que hoy medra en nuestro ámbito social a través de la televisión, la radio o internet. A través de “lo que se dice”, de lo que sólo se edita o donde se evita el contexto completo, se maquilla o se disfraza de verdad sin serlo.

La mentira y el engaño son dos formas de ocultar la verdad, la evidencia de lo cierto y real. No es la noticia o la simple información lo que posee la verdad, sino la verdad misma oculta detrás del sofisma.

¿Pero qué buscan los que mienten? ¿Por qué la mentira se ha vuelto en estos tiempos tan rutinaria y pueril? Tan utilizada por los distintos medios de información, redes y especialistas de opinión con el único afán de impactar y alienar. “A partir de cierto punto, la información no es informativa, sino deformativa –dice Byung-Chul Han-. Hace tiempo que este punto crítico se ha sobrepasado. El rápido aumento de la entropía informativa, es decir, del caos informativo, nos sumerge en una sociedad posfáctica. Se ha nivelado la distinción entre lo verdadero y lo falso. La información circula ahora sin referencia alguna a la realidad, en un espacio hiperreal. Las fake news son informaciones que suelen ser más efectivas que los hechos. Lo que cuenta es el efecto a corto plazo. La eficacia sustituye la verdad” (“No-cosas”; Taurus, 2021).

Algunas mentiras del pasado también son perturbadoras, como el hecho de que Jesús haya sido acusado con falsos testimonio para luego ser crucificado. En el Antigua testamento;  Jacob, hijo de Isaac, engaña a su padre haciéndose pasar por su hermano mellizo Esaú. Y luego de que él también es engañado por su tío Labán al pretender a Raquel, dándole por esposa a Lea y no a la mujer que él amaba; Dios lo nombra Israel. De ahí el nombre del pueblo judío. (Génesis)

¡Por qué la mentira suele ser tan atractiva, visceral y destructiva a la vez!