Por Eduardo Ancona Bolio
Una de las posiciones más complejas dentro de un proceso electoral es la de Presidente del INE, y quizás el momento más difícil para estar sentado en esa silla tan joven en la historia de México fue durante las elecciones de 2006. Luis Carlos Ugalde lo sabe. Como consejero presidente del entonces IFE entre 2003 y 2007 Ugalde fue la cara de la autoridad electoral en la elección más cerrada de la historia moderna de México, cuando Felipe Calderón venció a Andrés Manuel López Obrador por tan sólo 0.56%. Estuvo en el centro de la vorágine post electoral de esa elección en la que, junto con otras personas, fue señalado por AMLO como uno de los perpetuadores de un supuesto fraude. Héroe para unos, villano para otros, fue un actor de primera línea en el que fue, quizás, el momento más difícil que ha vivido nuestra democracia, sabe cómo son las batallas de poder al más alto nivel y lo que implica defender la democracia, conoce las actuaciones y presiones políticas tras bambalinas, pero sobre todo, Luis Carlos Ugalde tiene una historia que hoy más que nunca, merece ser contada.
PM- ¿Cree que la elección del 2006 marcó un antes y un después en la historia político-electoral de México?
LCU- Sí, porque tiene algunas características que pueden constituir un punto de inflexión. Primero, fue la primera elección después de la alternancia. Segundo, fue la primera elección, y hasta ahora la elección más competida en la historia moderna de México, ya veremos 2018, pero es muy difícil que pueda volver a repetirse un escenario de 0.56%. Tercero, se constituyó en un mito histórico en el sentido de que se argumentó un fraude inexistente que a la fecha no se ha comprobado, pero que sembró en un segmento de la población la idea de que había habido un fraude y ese argumento se sigue repitiendo 11 años después para otras elecciones. En el Estado de México si tu revisas toda la argumentación es exactamente la misma que aquella: se convirtió en un libreto para desacatar resultados y desconocer elecciones, y que se crea un mitología del PREP, de los algoritmos, de la violación de paquetes y también en el sentido que inició un proceso de deslegitimación de las instituciones electorales, a veces de manera injusta y a veces de manera justa, a veces de manera excesiva, pero es un proceso de descrédito, no obstante eso las instituciones siguen funcionando, pero siempre sujetas al escrutinio de que el perdedor puede decir que hubo fraude, y habrá siempre un segmento de la población que esté dispuesta a creer eso.
PM- ¿Cuál diría que fue el momento más difícil de sus años en el instituto?
LCU- Cuando hay una amenaza de la Coalición por el Bien de Todos que había postulado a López Obrador. Una amenaza que se me hizo de que o se abrían todos los paquetes electorales o iba a haber violencia y sangre en el país. Fue el momento más complicado, el más difícil porque hubo una amenaza, política, pero finalmente la amenaza de que o se concedía una figura inexistente en la legislación, que es el famoso voto por voto, o iba a correr sangre, entonces te das cuenta de que hicieras lo que hicieras, no habían soluciones políticas a un conflicto de esta naturaleza.
PM- ¿Cree que era bluffing o si le preocupaba que en los hechos se detonara la inestabilidad política y la violencia?
LCU- Yo no sabía si podía ser bluff o si podía realmente traducirse en sangre, como narró un dirigente del PT. Lo que me quedaba claro es que la amenaza se iba a traducir en denuesto, calumnia, invenciones, mitos, medias mentiras, medias verdades y que no iban a cesar hasta que no consiguieran su propósito. Y recuerdo mucho que Ricardo Monreal, que hoy es miembro de Morena, delegado y quiere ser candidato a Jefe de Gobierno (de la CDMX), me dijo un día, “mira Luis Carlos, éstas son prácticas de campaña, no es nada personal, así es la política”, de tal forma que me di cuenta que no era una discusión basada en los hechos, sino basada en el interés, y que cuando hay interés lo que se distribuyen son fake news, y eso es lo que prevaleció en esa elección.
PM- ¿Y el más satisfactorio?
LCU- Haber actuado con legalidad, haber soportado la presión, haber hecho lo correcto y a pesar de la presión de la acusación, del denuesto, de la agresión, que en ocasiones incluso pudo haber llegado a lo físico, pues haber aguantado a pesar de que pocos lo hayan apreciado en ese momento.
PM- Comenta en su libro “Así lo viví” que el PRI estaba considerando la posibilidad de apoyar a AMLO en el conflicto post electoral del 2006, de haberse concretado eso, ¿qué hubiese pasado?
LCU- Pues se hubiese generado una crisis constitucional, hubiese presionado mucho para la idea que también corría en esos días de que el Tribunal Electoral declarara inválida la elección, que se nombrara un Presidente Interino, etcétera, etcétera. Yo no sé, yo creo que las instituciones habrían soportado la presión política, pero el PRI movilizado en las calles con el PRD y López Obrador, hubiese sido un escenario muy, muy complicado, sumamente complicado, no sé qué habrá ocurrido pero hubiera sido casi inmanejable.
PM- ¿Llegó a pensar que Calderón no iba a poder tomar posesión?
LCU- Eh, no, la verdad no, porque ya que había el Tribunal Electoral calificado la validez de la elección ya el PRI había, de alguna forma, reconocido el resultado y de tal modo que en ese momento eso ya no se veía como un riesgo.
PM- ¿Cuáles son las enseñanzas más grandes que dejó la elección del 2006 para procesos electorales posteriores y frente al 2018 en particular?
LCU- Desafortunadamente muy pocos, una tragedia en 2006 no es lo que ocurrió, la tragedia es que no hayamos aprendido a partir de ese problema que tuvimos, cualquier país que enfrenta una crisis revisa que pasó, corrige, actúa y mejora, pero lo que ocurrió después de 2006 fueron cosas muy negativas. La primera, sembrar en un segmento de la población la idea de que hubo un fraude; (segunda) construir una víctima política que ha sido candidato a la presidencia en 2012 y ahora en 2018 cuyo argumento central sigue siendo la existencia de un fraude; tercera, sembrar y cincelar una mentira histórica; cuarto, enseñar a los candidatos perdedores del partido que sea que hay un pago político por desconocer resultados, y esto lo está haciendo el PAN en Coahuila ahora, lo ha hecho el PRI en otras ocasiones, Morena varias veces, entonces sembrar la idea de que no hay consecuencias para el desconocimiento de resultados; quinto, desatar la furia de proclamaciones ganadoras el día de la jornada. En 2006 hubo proclamaciones de triunfo la noche de la elección, Calderón y López obrador, y esa práctica irresponsable se ha repetido año tras año y luego una reforma electoral en 2007 para, presuntamente, generar legitimidad en las elecciones, reducir el costo de estas y generar más legalidad en los procesos, y lo que hemos visto todos, a pesar de las reformas de 2007 y 2014, ha habido, por una parte, el mantenimiento de un sistema de organización electoral que funciona bien, y por otro lado un proceso de deterioro de las contiendas electorales, el gasto de las campañas, el incremento en la corrupción para fondearlas, el uso del clientelismo electoral entre otros. La confianza en las instituciones electorales y en la democracia (Latinobarómetro) ha caído México casi al fondo de América Latina. Fue una crisis desaprovechada porque no logramos aprender de ella y mejorar, y entonces lo que puede ocurrir es que en 2018 otra vez encontremos una crisis en condiciones más adversas, porque la elección podría ser más cerrada, se va a polarizar entre dos candidatos creo yo, uno de ellos AMLO, se va a gastar mucho dinero, va a haber mucho clientelismo electoral, porque las condiciones regionales del país son más difíciles que en 2006: hay algunos focos de ingobernabilidad por el crimen organizado, hay algunos grupos, por ejemplo el magisterio disidente, que han bloqueado elecciones locales en 2015, hay focos regionales de violencia y de ingobernabilidad que no existían en 2006, en un entorno como ese y con una elección polarizada, los resultados pueden ser más difíciles de manejar de lo que fueron en 2006.
PM- ¿Ve elementos que puedan generar un escenario post electoral complicado en el 2018?
LCU- Si gana López Obrador no habrá problema, y habrá un final feliz. El problema es si no gana él, y sobre todo si gana otro partido por pocos puntos. También debemos observar que siempre hay grupos radicales insertos a partidos que aprovechan conflictos post electorales para sembrar violencia, hay un segmento del electorado que está harto y que ante una situación así puede decidir que vale la pena hacer desorden o provocar un poco de caos, que el crimen organizado en algunas regiones del país –cómo los huachicoleros en la zona del Bajío- puedan aprovechar el conflicto post electoral para (por ejemplo) robar más combustible, a que la crisis de confianza de la población se traduzca en más deslegitimación de las autoridades, en fin, hay muchos elementos, y no estoy diciendo que va a ocurrir, simplemente que las condiciones existen para que, si el resultado es estrecho, y no gana López Obrador, para que se constituye nuevamente una crisis post electoral. ¿De qué magnitud? No lo sé, pero yo te diría que entre más estrecho el margen, más intenso el conflicto y como es la tercera vez que ocurre (ocurriría), que pierde y dice que hubo fraude, puede haber segmentos de sus seguidores u otros grupos que aprovechen para generar un poco de caos. Y luego si tú te vas al caso de Coahuila, en donde el PAN está haciendo movilizaciones en las calles diciendo que se le robó la elección, el próximo año habrán 9 elecciones de gobernador, imagínate que en 3 o 4 de ellas el perdedor desconoce el resultado, pues vas a tener una elección nacional y luego 3 o 4 con líos locales, te estás planteando un escenario muy negativo, pero siempre hay que contemplarlo como una posibilidad, y reitero, puede ser que gane AMLO por 7 puntos y no va a pasar nada, final feliz, pero también puede pasar lo otro.
PM- ¿Cree que el INE llega fuerte al 2018?
LCU- No es un asunto del INE, el organiza bien las elecciones, lo hizo muy bien ahora. Los funcionarios de casilla estuvieron abriendo y contando votos, se instalaron todas las casillas salvo dos, el problema no es el INE, es la legislación, es incompleta, inexacta, imprecisa, insuficiente para lidiar con los nuevos fenómenos de la democracia mexicana, no va al fondo del problema que es el costo excesivo de las campañas, no previene su fondeo ilegal, no puede lidiar con el clientelismo electoral, estimula el litigio y los pleitos entre partidos sin resolver asuntos de fondos, los actos anticipados de campaña, entonces por todo eso, no es tanto el INE, como la legislación que está mal conceptualizada.
PM- ¿Desde el instituto cómo cree que se percibe hoy por hoy a los órganos electorales locales? ¿No hay el temor de que los secuestren los gobernadores?
LCU- El INE tiene la percepción de que hay de todo, hay unos que cumple bien su papel y hay otros de menor calidad y menor capacidad, otros que han sido, nunca puedes decir que están cooptados, más bien hay algunos integrantes que son cooptados. Pero digamos que la lectura desde el INE, y esto lo hablo con consejeros (electorales), es mixta, algunos están mejor que antes, otros están peor que antes, algunos pueden ser cooptados por unos gobernadores, otros no, algunos funcionan mejor, otros peor, es decir, no hay claridad de que si hoy, en general, los institutos locales son mejores o peores que antes, hay unos mejores y otros peores.
PM- Cuando ocurre una situación que, jurídicamente, amerita una sanción, ¿qué tanto influyen en el Instituto los factores extra jurídicos? Porque, por ejemplo, para anular una elección presidencial también hace falta voluntad política.
LCU- Las dos, la primera y más importante es la falta de pruebas, tienes que tener pruebas de modo, tiempo y lugar para decir “ese señor compró votos”. “Demuéstremelo”, si no hay fotos, testimonios, cheques, como vas a comprobar que tal personas compro votos a otra persona. Es un asunto de pruebas primero, decir que hubo una elección de estado, y todo el mundo lo dice, lo dice el periódico Reforma, pero un recorte de periódico no puede ser una prueba que admita un juez, ese es el problema principal. Y dos, no podemos estar esperando que las autoridades electorales resuelvan todo, tu tienes que poner pocas regulaciones eficaces en lugar de muchas regulaciones tontas que no son cumplibles y que no son atacables, entonces no podemos estar cada elección discutiendo como se anula o como no se anula, más bien, hay que generar una regulación para evitar estar teniendo este tipo de discusiones recurrentes año tras año.
PM-Hay una parte de su libro (“Así lo viví”) muy desesperanzadora sobre la clase política en donde el ya presidente Calderón le da la espalda a los consejeros del IFE cuando los querían destituir por una vendetta política, ¿cómo defender a las instituciones en este escenario que Aguilar Camín llamó “una democracia sin demócratas”?
LCU- Felipe Calderón era irrelevante para la actuación del IFE, Calderón no nos importaba, lo que importaba era el resultado, si Calderón había traicionado sus principios, pues es problema de él, eso no nos importaba. Claro, es decepcionante su comportamiento individual, pero eso es otra historia. Nosotros no vamos a cambiar lo que dijimos porque él se haya portado de una u otra forma, eso es problema de él, eso le causó problemas a la democracia mexicana con el paso de los años, pero eso es un lío de él, no de nosotros, así es que en lo personal pues es irrelevante.
PM- Hoy por hoy, ¿cuál diría, en suma, que es el estado de la democracia mexicana?
LCU- Es una democracia clientelista, que se construyó sin una base de estado de derecho y que ha generado que el pluralismo que ya vivimos se haya traducido en corrupción, complicidad, abuso, es decir, que estamos como en la adolescencia de la democracia mexicana, queriendo traducir ese pluralismo en mejores gobiernos, pero sin estados de derecho. Esa combinación es imposible que genere buenos resultados. Estamos dando bandazos, cayéndonos, caminando y yo creo que al final de un trayecto de los próximos 10 o 15 años vamos a salir adelante, pero es un proceso complicado el de una democracia que quiere nacer sin estado de derecho, y esa no existe.