Mil Máscaras, una leyenda viviente

Su nombre real es Aarón Rodríguez Arellano y es un disciplinado luchador profesional con decenas de reconocimientos internacionales

Su mamá quería que fuera sacerdote, pero él deseaba ser torero, sin embargo, el destino lo llevó a convertirse en luchador profesional y con más de 50 años de trayectoria, Mil Máscaras es una leyenda viviente del deporte a nivel mundial.

Al sitio donde se presente, su personalidad impone. A sus 75 años, aún luce su alta estatura y su imagen corpulenta. Al escuchar su voz grave saludando con amabilidad a su alrededor, es imposible no voltear a verlo. Ahí es donde empieza el anhelo por querer hallar al hombre, al ídolo detrás de la máscara.

El luchador fue homenajeado con un ciclo de cine en la Filmoteca de la UNAM, donde se proyectó la película “Mil Máscaras”, de Jaime Salvador, filmada en 1966.

Con cientos de triunfos obtenidos, decenas de reconocimientos internacionales, infinidad de películas en su haber y un legado imposible de igualar, Mil Máscaras no se cree “la divina garza”, pues por más éxitos que alcance, asegura que él sigue siendo nada.

Su madre, María de los Ángeles, le dijo algo que no olvida: “Entre más fama, más humildad; entre más poder, más humildad; entre más dinero, más humildad. Siempre vea al mismo nivel al más insignificante como al más encumbrado; al más pobre como al más rico”. “Así que, por más que logre, no soy nada”, dijo el ídolo.

Su nombre real es Aarón Rodríguez Arellano. Nació el 15 de julio de 1942 en la ciudad de San Luis Potosí y es el más chico de seis hermanos. A los cuatro años aprendió a leer, gracias a su mamá. Desde entonces, se le quedó el vicio por los libros. “Tengo libros de todos los acontecimientos del mundo, de muchos años atrás y actuales; tengo como 40 o 50 enciclopedias diferentes. Es uno de mis tesoros, pues aunque tengo como 180 trofeos ni los tomo en cuenta”.

Mil Máscaras nunca ha buscado los premios, todos le han llegado solos. Son producto de su trabajo y los agradece, aunque nunca fue su objetivo obtenerlos.

Continuar pintando sí es prioridad en su vida. Por lo menos tiene unas 160 pinturas al óleo que no ha exhibido porque el Palacio de Bellas Artes no le ha abierto las puertas.

Mil Máscaras logró pintar porque le inspiraba el arte y le gustaba la técnica. Se propuso aprenderlo, lo mismo que convertirse en luchador; aunque para ser uno de los mejores junto con Santo y Blue Demon, tuvo que pagar un precio.

“Porque no tiene ningún chiste lograr el éxito si no estás dispuesto a pagar el precio y éste consiste en trabajar más que los demás. Una vez que lo has logrado, trabaja el doble, y cuando hayas trabajado el doble, si te haces más viejo en una profesión como la mía, tienes que trabajar el triple para seguir en el éxito”.

Fue en 1972 cuando Mil Máscaras debutó en el Madison Square Garden, donde derrotó al local Spoiler. En 1975 Mil fue votado como el más popular en las revistas PWI e Inside Wrestling y en la actualidad es uno de los luchadores longevos más emblemáticos y en activo, tan sólo detrás de Hulk Hogan.
El sobrenombre de Mil Máscaras fue a sugerencia de Valente Pérez, quien era dueño de la revista Lucha Libre en 1966.

“Valente dijo que quería hacer un personaje. Le pregunté cuántos enmascarados había y me respondió: ‘están el Santo, Blue Demon, Huracán Ramírez, El Rayo de Jalisco y El Enfermero’. Le dije: ‘pues si ellos son cinco, yo seré el mil’. Entonces, me mandó a registrar al personaje en Derechos de Autor”.
A la fecha guarda aproximadamente unas mil máscaras y asegura que le es difícil desprenderse de la que trae puesta aunque sea para dormir.

“Para nada me molesta, es extraordinaria porque me da una privacidad tremenda. Cuando me la quito soy una persona totalmente diferente, pues se trata de saber manejar a dos personajes distintos”.

Al hacer un balance acerca de su vida y obra, Mil Máscaras se queda pensativo y responde: “Mil Máscaras es mi otro yo. Me ha dado todo”.
“Yo soy un ser como cualquier otro. Un padre como cualquier otro; un marido, como cualquier otro y un luchador como cualquier otro”, concluyó.

Texto y fotografías: Agencias

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