Museo de Historia Natural, para enamorarse de la ciencia jugando

Uno de los espacios más atractivos para los niños, especialmente porque pueden ver moverse y hasta gruñir a un enorme “Tiranosaurio Rex”, que por cierto tiene una historia muy especial, es el Museo de Historia Natural, que hoy domingo ofrece de talleres, charlas y la proyección de video documentales con los que chicos y grandes aprenden a jugar con la ciencia y a diferenciar entre un planeta y las estrellas, y hasta observar la generación de energía del sol a través de un telescopio especial.

Este museo ubicado junto al Parque del Centenario, abrió sus puertas en 1987, y ocupa una bella casona construida a principios del siglo XX en el que funcionó una escuela normal y luego, desde 1930 a 1952 fue la sede de la Escuela de Medicina, y que ahora en su primera sala se explica a los visitantes de manera visual cómo se conforman el universo, las galaxias, las nebulosas, las estrellas y el sistema solar.

El biólogo Juan José Durán Nájera, quien es el coordinador general del Museo de Historia Natural y también del Planetario Arcadio Poveda Ricalde, recibió al equipo de Punto Medio y explicó que si bien es la sala en la que se encuentran los dinosaurios la que más llama la atención de los pequeñitos, en el lugar hay varios espacios con exposiciones permanentes, donde entre otras cosas se puede observar una réplica de la luna, que Universum, el Museo de las Ciencias de la UNAM, obsequió al recinto.

Acerca del T-Rex, que se exhibe en la sala dedicada a la Era Cenozoica, Durán Arjona recordó que de manera original fue parte del carro alegórico que presentó una cervecería en el Carnaval del año de 1992.

–Se paseó por Montejo, luego fue a Campeche y Cancún y terminó embodegado, hasta que en 1995 cuando se reestructuró el museo, el entonces alcalde Luis Correa Mena lo solicitó a la empresa que lo entregó en donación, y aunque ahora está en mantenimiento la compresora y no se puede mover de manera temporal, se le ha cambiado el cerebro en tres ocasiones, y se ha mejorado –explicó el funcionario, quien recordó que el dinosaurio fue construido de manera artesanal por el canadiense Manuel Gilabert.

Se usó un sistema neumático hecho con tubos de cobre, que a la postre se cambió por un booster de puertas de camión y en la cabeza lleva un pequeño cilindro que permite que abra y mueva sus ojos; desde el 2000 se le puso sonido, que es lo que llama la atención a los niños y a los papás que no dejan pasar la oportunidad de tomarse la foto del recuerdo en este lugar.

–Tenemos a su lado un velociraptor que alumnos de la Universidad Modelo elaboraron para una Feria Nacional de la Ciencia y la Tecnología en la que participaron y que desde el 2008 nos donaron –destacó el entrevistado.

También hay un área en la que se explica la manera en la que se dieron las transformaciones botánicas y geológicas y por supuesto la evolución del hombre.

–Los domingos al mediodía, ofrecemos talleres de ciencia para niños con manualidades y una explicación para que se lleven el mensaje que jugar es ciencia, y de 9 a 10 el taller de observación del sol con un telescopio especial con varios filtros que evitan que la vista salga dañada –destacó.

En el recorrido se visita una sala dedicada a la selva baja subcaducifolia, que es propia de la región norte de la Península, la zona en la que se encuentra Mérida, además de una sala de exposiciones temporales, ahora dedicada al agua, y la última enfocada a los arrecifes del parque Nacional de los Alacranes.

El museo abre sus puertas de 9 de la mañana a 3 de la tarde de martes a domingo.

Texto y fotos: Manuel Pool

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