René Emir Buenfil Viera
psicrenebuenfil@gmail.com
Según el Inegi el 51% de personas en México y en Yucatán son mujeres, y aun así se les sigue tratando como minoría.
Las violencias de género en nuestro país tienen la estadística de 11 feminicidas al día que asesinan a 11 mujeres, 4015 feminicidas al año, el 57% de los casos hay impunidad, 2,289 no son castigados.
En nuestro Estado, las violencias hacia las mujeres son más dentro de las casas que externas a nivel social, desconozco si hay una estadística de violencias machistas en casa, mi opinión se concentra más allá de la estadística demográfica y del sistema de justicia, aunque por ahí comience, se concentra en los relatos de violencia que escucho día con día en el consultorio como terapeuta de parejas y familias en contra de niñas y mujeres, violencias tan normalizadas que muchas veces son invisibles, muchas mujeres ni siquiera creen que están viviendo violencias aunque las estén viviendo, por eso este es un tema del cual generalmente hago preguntas y generalmente encuentro elementos de trabajo psicoterapéutico.
Cuestionando las violencias machistas en las casas, y en las escuelas, en las organizaciones laborales y en las reuniones familiares, y en el consultorio psicológico, y en donde sea necesario para hacerlas más visibles es como avanzaremos hacia la justicia social, una justicia social que poco preocupa a los hombres que están en posiciones de poder porque no genera votos, porque es más fácil la simulación que la acción transformadora de la realidad, porque el cambio cultural necesita del involucramiento de cada vez más amplios sectores en la sociedad para seguir avanzando, porque los hombres nos estamos quedando muy atrás, algunos sin cuestionar nuestros machismos ni nuestras violencias, o lavándonos las manos con la excusa de que nosotros no somos así, siendo testigos y cómplices silenciosos de las violencias de otros hombres, porque lo personal es político así que calladito me veo más bonito, porque hablar de violencias incomoda, nos dan unas ganas inmensas de menospreciar el problema, de decir que no es para tanto, que es un invento feminista.
Que lo rompan todo, pinten todo, quemen todo hasta que despertemos, hasta que como hombres nos conmovamos, hasta que nos importen más las mujeres que los monumentos, hasta que nos interese la igualdad de oportunidades y el bienestar de las niñas y mujeres mexicanas y yucatecas, hasta que reconozcamos la urgencia de la situación y dejemos de criticar, condenar y decir que “esas no son las formas” pues lo que importa es el fondo, el reconocimiento del hartazgo y el coraje femenino como válido movilizador social de cambio.
Gracias por marchar, por no quedarse calladas, por ejercer su derecho a la protesta y la libre manifestación de las ideas, por oponerse al desdén del machismo tóxico, por decir ya basta. La lucha vale la pena y rinde frutos, aliarse es estar del lado correcto de la historia. Como hombres nos toca reflexionar y continuar deconstruyéndonos.