Ojalá pudieras leer esto, Gloria Trevi

Parece hasta frívolo venir con asuntos ortográficos en estos momentos, pero sigo pensando que no vale quedarse callado ante la ignorancia, otro de los grandes males de este país de surrealistas (saludos a André Breton).

Me refiero, por supuesto, al polémico tweet de Gloria Trevi que reproduzco de manera literal, aunque abreviando la grosería, que aquí no es cantina: “ las reglas q puso algun infame! para jo… niños como la U enmedio de la E al escribir qUeso! siendo q suena igual q la K q casi ni usamos..(sic).

Habría que decir, de entrada, que no es la primera vez que alguien propone un disparate de tal proporción: nada más y nada menos que Gabriel García Márquez, eterno ídolo de quien esto escribe –búrlense intelectuales–, expresó algo semejante, pero con un estilo infinitamente superior, allá por 1997 en el marco de un importante congreso sobre el español celebrado en Zacatecas: “Simplifiquemos la gramática antes de que termine por simplificarnos a nosotros”.

Esa cita forma parte de un discurso que causó más polémicas que certezas, y aunque muchas voces se sumaron a la discusión, generalmente en contra, no he hallado mejor análisis sobre lo dicho por el escritor colombiano que el ofrecido por Álex Grijelmo en “Defensa apasionada del idioma español”, ejemplar que tengo a un lado mientras escribo esto y que me sirve de guía en esta reflexión.

Así, una de las razones que explican porqué existen la k y la q, entre muchísimas otras letras, es porque el español, lengua romance, ha tomado a lo largo de su extensísima historia préstamos de otros idiomas para nombrar elementos concretos y no tener que quedarnos callados o señalarlas con el dedo, si me permiten un guiño a “Cien Años de Soledad”.

Lo anterior puede probarse con un comentario de Abril Mulato del periódico El País, quien, al hablar precisamente de lo expresado por Trevi, explica que el español ha buscado “respetar la ortografía originaria” de términos que surgieron en otros idiomas.

Es evidente que palabras como garaje, alféizar o kamikaze han llegado para llenar silencios que el español tenía y forjar una lengua de genios cuya fortaleza reside en la riqueza de su variedad, aunque no exageremos: no tiene sentido terquear con la palabra “bacon” –tan frecuente en las recetas de comida que se ven por el Facebook– si ya tenemos la palabra tocino.

De vuelta al ruedo y ya para ir cerrando, la propuesta de Trevi puede llevarse a cabo.

No obstante, una reforma tan simple implicaría sembrar vientos para cosechar tempestades, arrojar una pequeña bola de nieve desde la cima de la montaña.

Desde la mirada del mundo simplificador en el cual vivimos, eliminar la letra q apenas sería un buen comienzo para iniciar una campaña que erradique a la hache, la ye y hasta la equis, que ya no podría suplirse por las letras sh, puesto que esta última ya habría sido borrada en ese universo apocalíptico que imagino a ratos confuso y con el tiempo silencioso.

Lo dejo aquí.
Se me quedan, para variar, muchas ideas enredadas en el teclado, pero al final, es una de las afirmaciones de Grijelmo la verdaderamente importante y necesaria: simplificar la gramática será lo que termine por simplificarnos a nosotros.

¿Es sencillo el español? No, pero sí es lógico, coherente y hermoso. Por eso vale la pena emprender el viaje, desde los salones de la primaria, para entender sus gozosos misterios con todas y cada una de sus consonantes.

A lo mejor a Gloria Trevi esto le parece muy loco. Puede que tenga razón. Como van las cosas en este país, en unos años igual y me sugieren buscar a un “Dr. psiquiatra”.

Que así sea.

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